ola, personas, ¿sobreviviendo?, bueno, algo es algo. Yo ya llevo unos días paseando, sí, sí, paseando una hora al día y lo noto en mi salud física y mental.

La cosa es que el piso de abajo está deshabitado y como es el primero pues tiene un delicioso patio de esos enormes del II Ensanche pamplonés al que puedo salir desde una ventana de servicio; hace días me puse en contacto con el propietario le pedí permiso para acceder y poder ejercitar las piernas antes de que se me acabasen atrofiando y, muy amablemente, me dijo que no faltaba más, que entrase y que lo disfrutase y así lo llevo haciendo hace un par de semanas. El espacio al que accedo es grande, es toda la manzana, y el patio en el que puedo andar mide 14 pasos por 13, al que doy dos vueltas y pico al minuto. Nunca mi patio me había parecido tan bonito, tan interesante; veréis: veo belleza en las uralitas que cubren los lucernarios de las bajeras, traslúcidas unas, opacas otras, viejas todas, con su historia; veo arte en ladrillos, cementos y desconchados; veo formas sugerentes, abstracción espontánea; veo lagos y lagunas que se forman junto desagües más o menos atascados porque el patio de mi casa es particular: cuando llueve se moja como los demás; veo balcones con vida, limpios y ordenados unos, caóticos otros; veo otros patios con sus privilegiados propietarios tomando una caña en domésticas terrazas; veo niños que dan vueltas en bici y giran y giran como si de una atracción de las barracas se tratase; veo familias que toman el sol en el balcón por turnos; veo tendederos con ropa tendida, poca, la gente no sale y mancha poco, mudas y sábanas son el grueso de la formación que cuelga de los tendales y veo tejados coronados de chimeneas variadas que me saben a agujas góticas.

Además estos paseos disfrutados hasta el extremo, ¡lo que hace la necesidad!, no los estoy dando solo, quizá, un montón de amigos me acompañan, eso sí, de uno en uno y entrando por mis auriculares. Quizá los conozcáis, así, por ejemplo, hoy me ha acompañado Silvio y hemos paseado montados en un Unicornio azul dando una Pequeña serenata diurna en la que hemos coincidido en que yo también amo a una mujer clara que amo y me ama sin pedir nada, o casi nada que no es lo mismo pero es igual y que Ojalá nos haya escuchado en la distancia. Y aunque el sol ya estaba en lo alto la técnica me ha permitido citarme Al alba con Luis Eduardo que se acaba de ir a pintar a otros mundos y que me lo quería contar y cantar. He construido Castillos en el aire con Alberto en los que esperar a ver si es cierto que me Llegará una rosa cada día. Me han acompañado los Secretos para decirme que Hoy la vi y Janis me ha recordado que eso era vital At seventeen, a los 17, cuando casi todo es un mundo. Asomada a la ventana estaba La chica de ayer jugando con las flores de Nacha pop. Leonard ha llamado a Suzanne para bailar con ella un Pequeño vals vienés y con ella ha venido la Dulce Juana de la mano de Patty. Ya llevaba la mitad del camino andado cuando se han sumado Vinicius, María Creuza y Toquinho para ponerme los pies en el suelo y decirme que la tristeza no tiene fin, A felicidade sí, no les he hecho caso y les he mandado cantar una Samba da rosa que me hiciese mover las caderas. Maria Dolores me ha dicho que Toda una vida se pasaría conmigo y he coincidido con Los Chichos en que€ Si me dan a elegir entre tú y la riqueza, me quedo contigo. Con todos ellos he dado una y dos y tres y ciento cuarenta vueltas y me he ido para casa con el paseo hecho. Son buena gente.

Y ahora vamos a pasear unos kilómetros más lejos de lo que en este momento nos está permitido, no solo vamos a cambiar de provincia sino que incluso vamos a cambiar de comunidad autónoma, el colmo de la transgresión: nos vamos a ir a Cuenca.

¿A Cuenca?, diréis, pues sí. El caso es que el otro día se puso en contacto conmigo una señora de allí, llamada Mercedes, quien, mediante un amable mail, me pedía información sobre Pedro Górriz, el hijo de Pedro Esteban Górriz, ¿os acordáis?, vimos su vida y milagros en el ERP de hace un par de semanas. Pues bien, ella me explicó que en quien realmente está interesada es en la hija de Pedro, llamada Isolina, ya que es la tatarabuela de sus hijos y, buscando por internet, había dado con el ERP citado y me escribía para ver si le aportaba algún dato. Pero ha sido a la inversa, los datos me los ha dado ella.

El hijo del industrial minero, nacido en 1846, que fue un autor teatral del llamado género chico, es decir sainetes, vodeviles, juguetes líricos y cosas así, que falleció en 1887 a los 41 años. De su pluma salieron obras que no pasarán a engrosar el parnaso literario español pero que tuvieron su público, como, por ejemplo: Derechos ilegislables, La Sangre azul, La señora Matute, Por un teniente, etc. etc. Fueron obras en las que los enredos, los equívocos, las señoras de "moral laxa" y los maridos con más leña en el testuz que un Miura eran elementos comunes. Pues bien, Pedro tuvo dos hijas: Encarnación e Isolina, a las que, según me cuenta mi comunicante, dio una esmerada educación como correspondía a dos niñas bien de la época; declamación, música y piano, entre otras disciplinas, les fueron impartidas con gran aprovechamiento y, según se lee en la prensa de entonces, obtuvieron notas de sobresaliente. La viuda y las hijas de Górriz siguieron llevando una vida acorde a su nivel y frecuentaron círculos de cultura y librepensamiento. En 1905 Isolina dio a luz a una niña a la que dio sus apellidos porque no había marido que se los diese, fue madre soltera y, con el valor que para ello hacía falta en esa época, crió a una auténtica señora conocida por todos como Doña María. Siguió moviéndose en terrenos de inquietud social y así aparece en 1915 junto a su hermana como firmantes de una solicitud de indulto para dos reos de muerte que al final fueron ajusticiados y en 1926, a una edad ya avanzada, figura en la lista de las mujeres pertenecientes al selecto Lyceum Club femenino fundado por María de Maeztu, en el que se encontraban muchas de las mujeres que tenían algo que aportar en la España de entonces como Zenobia Camprubí, Clara Campoamor, Carmen Baroja, Rosa Spottorno y un largo etc. Al finalizar la guerra el Lyceum pasó a mejor vida y un par de años más tarde Isolina rindió viaje en el Madrid que la acogió y la hizo feliz. La vida de esta mujer siendo interesante quizá no lo fue tanto como la de su abuelo pero la he traído a estas páginas por tres razones: en primer lugar por ella en sí, en segundo porque es curioso ver como una familia labriega -que probablemente llevaba siglos inamovible en las faldas del Perdón, en el lugar de Subiza, de donde el padre de Pedro Esteban salió a luchar por su país y no regresó con vida- en menos de dos siglos pasó a tener miembros millonarios que se codearon con la realeza, miembros artistas de tercera que murieron en el anonimato, dos alcaldes de Pamplona y, una de sus ramas, a través de la vida de una valiente e interesante mujer, ha llegado a nuestros días siendo una digna familia conquense, ¡cómo cambian las vidas! Y la tercera razón es que me hace ilusión contaros que este milagro de internet hace que mis palabras lleguen mucho más allá que lo que llega un rotativo local.

Bueno y hasta aquí mi escrito de hoy. Ya veis, variadito.

Que esta semana todo vaya a mejor es mi deseo.

Besos pa' tos.

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