- Dos meses en la historia de una persona pueden cambiarle la vida. Como la de Javier, uno de los rostros más populares de Azpilagaña a través de la asociación vecinal, hay muchas historias de superación y final feliz en esta crisis. Lo que la diferencia seguramente es el cariño con el que Javier, que enfermó por coronavirus, ha escrito una carta de agradecimiento a todo el equipo médico y sanitario que le ha atendido en el centro de salud de Azpilagaña. "Yo solo he hecho mi trabajo", se limitaba a decir su médica Charo San Martín.

Precisamente este martes Javier volvía al centro de salud tras permanecer dos meses y medio en casa siguiendo al milímetro las pautas que le daba su médico de cabecera. El encuentro, a las 15.00 horas, fue emocionante. Le esperaban Charo y la enfermera Irati Leceta. Los análisis habían salido bien y la placa del pulmón limpia. Buenas noticias que daban más sentido a su particular homenaje a todos los profesionales sanitarios que, como relata, han estado ahí, "en primera línea haciendo lo imposible por salvar nuestras vidas a costa de enfermar en muchos casos ellos". "Gracias a la atención de todas ellas veía posible que se podía salir de esto", aseguraba emocionado. E iba más allá en su mensaje: "Y agradecer de verdad, no solamente con aplausos y que se quede solo en eso. Apoyémosles en su lucha por unas condiciones de trabajo dignas, en mantener la sanidad pública, que ahora estamos viendo lo necesaria que es y cómo nos la están dejando los politicuchos de tres cuartos con sus recortes".

El día D de esta historia fue el 16 de marzo. Esa mañana dio unas décimas de fiebre en la empresa en la que trabaja en un control rutinario de temperatura. Lo mandaron a casa, él creía que era un catarro pero después la fiebre subió. En el centro de salud le indicaron el tratamiento a seguir. El día 25 le mandaron a hacer placas a Príncipe de Viana. Las manchas las valoraron en Urgencias donde le diagnosticaron una neumonía bilateral, y una primera PCR que confirmó el positivo. "Yo no quería que me ingresaran, pedí volver a casa, y me dejaron con la condición de llamar al 112 si me faltaba el aire o tenía problemas para respirar", recuerda. Desde el centro de salud fueron siguiendo el caso, como otros muchos, y le facilitaron un aparato para la tensión y otro para la saturación de oxígeno. Le pusieron un tratamiento y durante cinco días estuvo "jodido" porque no le bajaba la fiebre lo que a su vez le provocó mucha ansiedad. "Cuando sientes que no respiras bien te apuras mucho". Y, claro, está ahí presente, el "temor a empeorar". La segunda placa volvió a delatar neumonía.

El proceso ha sido largo, "lo he pasado bastante mal" pero aquello ya es pasado en un tiempo que se vuelve raro -no medible en días sino en minutos, segundos, alientos- y que resulta tan inexplicable como irreal. Hace cuatro semanas salió de la habitación donde se ha dedicado a leer y a "escribir un poco". El mal tiempo y un catarro entre medio le ha mantenido confinado hasta hace apenas una semana. "Tenía que tener por encima de 92 el aparato del oxígeno así que inspiraba, me venía la tos y así subía el marcaje", recuerda ahora con humor quien sabe en el fondo que no debe quejarse porque otras personas lo han pasado mucho peor, "por ejemplo en la UCI".

Su cuarentena-confinamiento ha tenido otro aliado importante. Su mujer también se contagió, con síntomas más leves, y ha sido su hija la que les ha cuidado a ambos y atendido en cada una de sus habitaciones "con todas las precauciones". "Nos dejaba la bandeja de comida en la puerta". Así han vivido, recluidos.

Javier, de 63 años, solo sale a pasear y con mascarilla y le cabrea la gente que se salta a la torera las normas. "Me sorprende, me sorprende mucho ahora que hemos dado un pasito más hacía adelante, o acercándonos a lo de hacia atrás, a lo de antes de esta crisis por el covid, me sorprende la inconsciencia de muchos ante esta enfermedad. Les parece en su ignorancia que el pasar de una fase a otra es salir de una especie de castigo y recobrar la libertad para campar sin precaución alguna, porque parecen no creerse que pueden transmitir con su estupidez la enfermedad a gente muy vulnerable, con las consecuencias que ello conlleva". "Que sí, lo entiendo, entiendo las ganas de volver a estar con la gente en torno a una cerveza. Pero a día de hoy hay cosas más importantes, como son la de atajar la propia enfermedad y hacer frente a esta crisis provocada por la misma. Pero entre todos, siendo todos responsables lo conseguiremos", asevera quien asegura que "aún puedo decir que no me he recuperado del todo".

"Yo no quería que me ingresaran, en Urgencias pedí volver a casa. Me advirtieron que podía tener problemas para respirar"