El Hotel Palacio de Guendulain de la calle Zapatería de Pamplona número 53 echa el cierre. Así lo ha anunciado la propiedad del establecimiento de 4 estrellas en una carta remitida a la Asociación de Hoteles de Pamplona, tras más de una década de actividad. En el hotel trabaja una veintena de personas, y su futuro no se ha clarificado por el momento.

El Palacio de Guenduláin, emblemático edificio del siglo XVII, abrió sus puertas el 15 de septiembre de 2009 convertido en un lujoso hotel de cuatro estrellas tras más de dos años de trabajos de restauración.

La infraestructura, propiedad de los condes de Guendulain, está gestionada por Kadarnavarra, que tomó el relevo de la firma MHM.

La propiedad agradece “los servicios y atenciones prestados con profesionalidad y eficiencia” y alega que el cierre se produce “por diferentes motivos”. El hotel ha permanecido cerrado desde que se decretara el estado de alarma.

El establecimiento abrió sus puertas con 25 habitaciones, cinco salones, un restaurante de comida tradicional y de autor, cafetería y todo tipo de servicios, y fue sido restaurado, por iniciativa de la familia de los condes de Guenduláin, propietarios del inmueble, respetando el aspecto que tenía cuando fue construido, en el año 1753.

El exterior del palacio destaca por su imponente fachada de 38 metros, plagada de balcones orientados a la plaza del Consejo, mientras que el interior se distingue por el estilo clásico que se ha procurado mediante la restauración de mobiliario y decoración.

El hotel alberga un buen número de obras de arte, lámparas de araña, tapices y muebles originarios de la casa. Además, en el hall de hotel se encuentra una espectacular carroza que data de finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII y que perteneció a Sebastián de Eslava y Lasaga, convertida en símbolo del hotel. Otra de las joyas que guarda el palacio es una antigua silla de manos del siglo XVII que se exhibe en la escalera principal.

El edificio se distribuye en cuatro alturas. En la planta baja se encuentra la recepción, un salón-cafetería y el acceso al patio interior del edificio, un acogedor espacio que cuenta con su propia cripta, en la que los responsables del hotel esperan poder celebrar bodas. Asimismo, el patio alberga la colección particular de coches antiguos de la familia, que data de finales del siglo XIX y principios del XX, y una fuente de piedra del conocido pintor Paret.

El primer piso, o planta noble, acoge un amplio salón de lectura reservado a los huéspedes del hotel, así como tres salones destinados a reuniones o banquetes. Además, en esta planta se encuentra el restaurante a la carta, que aspira a convertirse en un referente de la gastronomía pamplonesa, mezclando tradición con cocina de autor, según explica el director del hotel, Julio Llano. Las plantas superiores son las destinadas a los dormitorios.

El hotel abrió con 14 habitaciones clásicas, nueve de luxe y dos suites. Algunas de ellas están orientadas hacia el patio interior, pero la mayoría miran hacia la plaza del Consejo, lo que las convierte en un espacio inmejorable para observar la procesión de San Fermín del 7 de julio.