ola personas, como va el verano, ¡ah!, ¿que empieza hoy?, entonces va bien, aún nos queda todo por delante y aunque va a ser un poco rarito seguro que le sacamos todas las chispas que se deje. A por él.

Esta semana voy a pasear muy cerca de mis feudos, a no más de tres manzanas, pero en un mundo aparte: esta semana recorreremos el Mercado Nuevo o del Ensanche, auténtico templo de las buenas viandas, rincón social de los vecinos y txoko tradicional e insustituible de este barrio pamplonés que tanto queremos sus moradores.

El jueves a la mañana llegué a él por la calle Tafalla, para ello hube de pasar antes por la esquina de Tafalla con Carlos III, esquina que durante más de tres años ha estado cubierta por un andamio; esa mañana estaban quitando, por fin, el gigante mecano que la cubría y se podía apreciar el recrecimiento de dos alturas que en el edificio se ha llevado a cabo: qué espanto, qué cosa más fea, qué atentado a la estética, ni queriendo se puede hacer peor, qué afrenta para una avenida que se considera arteria principal del centro de la ciudad, no tengo palabras para describirlo ni quiero quemar mi limitado espacio en hacerlo. Pasen y vean.

Vamos a lo nuestro. El Mercado del Ensanche se inauguró en el año 1947 y desde entonces no ha parado de dar un excelente servicio a todo aquel que se ha acercado a sus puestos. Se estableció en una manzana de propiedad municipal, como lo atestigua el gran escudo de la ciudad que luce en su fachada, que alberga viviendas en sus pisos, bajeras comerciales y la casa de baños, ya desaparecida, en su perímetro exterior y el mercado llamado Nuevo en lo que era el patio de la manzana, cubierto éste por una cúpula rodeada de ventanas que iluminan el lugar. Sus puestos ocupaban casi todo el perímetro interior -excepto el tramo de la calle Tafalla donde había un supermercado y ahora está el restaurante el Mercao-, en espacios de idéntico tamaño y decoración rematados por un cartel metálico donde se podía leer el nombre del propietario y el número de puesto, empezando su numeración por la entrada de la calle Tafalla hacia la de Gorriti, es decir, que el puesto número 1 era y es el que hoy ocupa la carnicería Oskar. Hacia adentro dos polígonos concéntricos que albergaban puestos a un lado y a otro separados por una pared trasera de poca altura que remataba en una onda en la que lucía el mismo letrero metálico con una espiral de forja a cada lado. Estaban perfectamente ordenados por sectores: carnicerías, pescaderías, fruterías y verdulerías y en los puestos más cercanos al centro las tripicallerías donde tripas, mondongos, manos y cabezas de todo tipo de animales colgaban de unos ganchos que daban a la zona más aspecto de película gore que de puesto de venta alimenticio. En el centro de todo este paraíso de oferta gastronómica había una fuente con unas merluzas cabeza abajo de cuyas bocas manaba agua que caía en una concha donde los comerciantes lavaban las verduras, los callos o lo que necesitasen lavar. Sobre ella un reloj de cuatro caras obra de la pamplonesísima relojería Onsalo. Este conjunto se ha conservado de manera puramente ornamental ya que se ha levantado tres metros sobre el suelo para ocupar su entorno con cuatro nuevas paradas de quesos, lácteos y huevos.

En la actualidad hay 74 puestos porque muchos de ellos ocupan 2, 3, y 4 de los antiguos pero en sus comienzos se acercaban al centenar. Como podéis imaginar de la uniformidad inicial no queda casi nada, metacrilatos, leds, espejos y materiales varios, así como los últimos avances técnicos, forman un conjunto de lo más ecléctico, hay puestos que parecen auténticas boutiques.

Hasta aquí el paisaje, veamos ahora el paisanaje. Hay vendedores que son tercera y cuarta generación en el negocio de la alimentación, verduleros como Ignacio Delgado, que tan ricas alubias verdes me vende a casi a diario, me cuenta que ya su abuela tenía un puesto de verduras y que fue una de las que inauguró el mercado, Merche Zabalza, también de tercera generación en el negocio, copa un montón de plazas con los maravillosos productos que con esfuerzo arranca a sus huertas de la Magdalena, las Beroiz hacen lo propio con lo procedente de la tradicional Casa Beroiz de Aranzadi, la familia Bermejo atiende a una fiel clientela, Juan Lecumberri y su guapa hermana Rosa dan un trato familiar a quien se acerca a su puesto, Yoli se autotitula cardóloga, y a su compañera Maialen le llama "Judini" por lo bien que limpia las judías. Alfonso Burguete gobierna el paraíso del pan con unas hogazas de Ujue que te trasportan a los sabores de antaño.

Hay mucha oferta cárnica pero yo soy cliente de cuatro: Ederra, donde Alberto y sus chicas me sirven siempre unos callos y unas manitas extraordinarias, Beunza, donde las guapas Rocío y Analía me cortan, me guardan y, cuando necesito, me lonchéan y envasan al vacio el mejor jamón ibérico del mundo, siempre con una sonrisa, Enecoiz, heredero del puesto de las históricas Villanueva, que siempre me ofrece buena calidad al mejor precio o Mario auténtico maestro en el corte de jamón. El pescado es cosa de Burdaspar, el hogar del calamar, como proclama su currela el boxeador David "infierno" Soria haciendo gala de su capacidad para el ripio. Tocante a ellos la siempre sonriente Elvira. La lista sería larguísima: las chicas de Valero con sus vinagrillos y encurtidos, las hermanas Villanueva o las chicas de Torrens con sus flores, Virginia con sus quesos, Raquel con los huevos de corral, Samper con el mejor bacalao, Marimar atendiendo el capítulo de prensa, etc, etc. Todo tipo de productos que se pueda necesitar en la cocina lo encuentras en el Mercado, especias, congelados, pollerías, pastas, e incluso un puesto que al quedar vacante se ha convertido de la mano de Oscar en un punto de cultura donde puedes coger y dejar libros a tu gusto.

Me dejo a muchos de nombrar y les pido perdón pero no puedo conocer a todos ni ser cliente de todos. Lo soy del conjunto y con mucho gusto. Nunca mejor dicho. Visitar el Mercado siempre es una gozada, su vida es mucha y te lo saben hacer sentir. Gracias.

Bueno personas hasta aquí mi paseo de hoy la próxima semana más.

Besos pa tos.