- Mendillorri despertó a ritmo de dianas ayer 6 de julio, pero la música fue casi el único guiño claro a la fiesta. Villavesas sin llenar y marquesinas casi vacías. Este año no hubo las habituales filas de cuadrillas a las doce del mediodía subiendo a toda prisa y a última hora a Iruña para dar inicio a las fiestas. Eso sí, el barrio tuvo su particular Chupinazo con cohete incluido y un brindis por los Sanfermines que vendrán, con muchas ganas de celebrar y el espíritu de San Fermín a flor de piel.

De blanco, con la faja roja y el pañuelico en la muñeca desde el punto de la mañana, jóvenes y mayores se vistieron ayer con el atuendo oficial de estas fechas, pero esta vez, se sumó la mascarilla a las típicas fotos de grupo. La mayoría tienen claro que no es momento de celebrar, que este año el pañuelico se queda en la muñeca y no en el cuello; toca ser responsables.

El almuerzo en grupos y en espacios abiertos. Bares con poco barullo pero con ambiente y música sanferminera. El bar Ostargi con una tercera parte de las reservas que tuvo el año pasado y con un aforo ya limitado, optó por limitarlo aun más y completó "bastante menos de la mitad". El bar Lakarri se mantuvo cerrado por descanso semanal y el resto decidió mantener su calendario como cualquier otro lunes.

Grupos de jóvenes se reunieron para un almuerzo tardío y con sobremesa en los parques de Mendillorri. Una mañana entre cánticos de San Fermín y con distancias entre las mesas, adaptando las costumbres a la nueva normalidad.

La cuadrilla de Paula Cabezón quedó a las 9.30 de la mañana, como de costumbre, para el almuerzo: "Creemos que subir a Iruña era una irresponsabilidad y por eso hemos decidido aunque sea seguir manteniendo el espíritu sanferminero, vestirnos de blanco y almorzar en el barrio". A pesar de sus ganas de juntarse, muchas de ellas también ayer, llegaron tarde y a mesa puesta como todos los años.

Silencio en la puerta de la sociedad Ezpondapea Elkartea. Dentro, respetando el aforo permitido, almorzaban varios grupos de amigos y amigas que quisieron juntarse para celebrar los no Sanfermines con los más cercanos. Según afirmo el secretario de la sociedad, todas las mesas disponibles estaban reservadas desde que reabrieron tras la pandemia.

"La gente respeta, no tenemos miedo y de momento hay tranquilidad"

Bar restaurante Ostargi