Iordan Baltadjiev es uno de los 8 protagonistas de la campaña que acaba de poner en marcha el Departamento de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno Foral para favorecer la convivencia y la interculturalidad como factores de enriquecimiento social, cultural y económico, además de poner en valor lo esenciales que las personas migrantes son en la Navarra actual.

Como Adil, Embarca, Ermelinda, Jacques, María Esther, Paola o Zhicong -los otros siete personajes de la campaña Navarra de Colores-Nafarroa Koloretan- la trayectoria personal de Iordan es un ejemplo de superación, sacrificio, trabajo duro e integración.

Relató que por mediación de una compatriota se pusieron en contacto con él para saber si tenía interés en participar en la campaña y ni se lo pensó. "Me pareció una buena idea. Creo que contar mi experiencia podía ayudar a que nos conozcan mejor a las personas que por una u otra razón tuvimos que salir de nuestros países y además podía ser bueno para el negocio", comentó esbozando una sonrisa.

Iordan se siente aquí como en casa. No hace falta más que darse una vuelta a cualquier hora del día por la panadería-cafetería Ogipan que regenta en Sarriguren para comprobar que su adaptación es un hecho consumado.

El local se ha convertido en uno de los puntos de encuentro favoritos del vecindario y el tránsito de familias por los alrededores -reducido ahora por la pandemia- es continuo, a lo que contribuye su estratégica ubicación (en la salida hacia Mendillorri y Erripagaña) y al lado del colegio de los Maristas, lo que le garantiza un buen número de clientes habituales.

Se muestra orgulloso de lo que ha conseguido en los 4 años que lleva ahí, de la relación con los clientes y con el vecindario, del respeto y educación que le trasladan y del buen servicio con el que trata de recompensarles en su actividad diaria. "Es un barrio nuevo, con mucha gente joven y educada. Me han acogido muy bien. Antes esta tienda no daba mucho. Al principio también me costó, pero los números empiezan ahora a cuadrar. Se trata de ofrecer un buen servicio a los clientes y creo que lo estamos consiguiendo" explicó Iordan mientras atendía a un par de personas que habían acudido al establecimiento.

Nacido en una zona rural del sur de Bulgaria hace 49 años, asegura que el carácter de los navarros es muy parecido al de su tierra. También la comida y la climatología, aunque por esos lares los rigores del invierno sean algo menos severos.

Iordan conoció en primera persona lo que supuso la caída del Telón de Acero en los países del Este. Educado según los cánones marxistas, entró en el servicio militar obligatorio cuando el bloque comunista seguía en pie y al salir dos años después se encontró con un país cambiado. "La caída del comunismo me pilló haciendo la mili. Entré con unos ideales, con la educación que había recibido, y al salir me di cuenta de que todo había cambiado. Era otro país, donde el Estado ya no era el dominador de todo, y donde la iniciativa privada empezaba a asomar la cabeza".

Había comenzado el lento tránsito hacia la democracia, pero la delicada situación económica de Bulgaria al comienzo de la década de los 90 le llevó a salir de su país animado por un amigo de la infancia que había estado viviendo antes en Navarra. No fue sencillo -tuvo que dejar a su mujer y a su hijo recién nacido, al que no volvería a ver en los próximos 2 años- y necesitó armarse de valor para cruzar medio continente hacia un país del que desconocía casi todo, incluido por supuesto la lengua.

Tras un breve paso por Madrid, acabó en Etxalar, donde pudo ganarse la vida con algunos trabajos eventuales. Recuerda especialmente un día que le encargaron aplanar un terreno en pleno monte para instalar un depósito, lo que hizo él solo y en un tiempo récord. Esta capacidad de trabajo no pasó desapercibida y al tiempo le permitió conseguir los papeles necesarios para regularizar su situación y con esto solicitar el reagrupamiento familiar, su principal preocupación desde que salió de Bulgaria.

Con la documentación en regla, obtuvo su primer contrato en el matadero de la Protectora y posteriormente le llamaron desde otra empresa del sector, lo que compatibilizó con un trabajo de portero de discoteca durante los fines semana.

Pese al parón provocado por la pandemia, él ha seguido suministrando cada día el pan al vecindario. Lo dice con orgullo. Motivos tiene para ello.

"El carácter de los navarros es muy parecido al de mi tierra, hasta en la comida nos parecemos mucho"

Emprendedor y protagonista de la campaña 'Navarra de Colores?