José Mari Aldaz Muruzábal debutó como empleado de la S.C.D.R. Anaitasuna un 7 de julio de hace 40 años. “Aquí trabajaba mi padre. Antiguamente en San Fermín se hacían los festivales del Ayuntamiento, y necesitaban gente por las tardes para ayudar y montar los escenarios”, recuerda este pamplonés, que entonces tenía 18 años. Ese mismo agosto sustituyó a un compañero de limpieza, y aunque en noviembre se marchó a la mili, a su vuelta Anaitasuna le seguía esperando. “Y hasta ahora”.

Un día especial

La sociedad homenajeó el miércoles y por sorpresa a este trabajador por sus cuatro décadas de dedicación. Un reconocimiento “en familia” que incluyó regalos y comida en el bar, ahora cerrado: ensalada, txistorra, panceta, costillas de cerdo y sorbete para bajar la animalada. “Ha sido un día especial”, comentaba agradecido a sus compañeros. “Estoy orgulloso de trabajar aquí, he visto crecer a la sociedad”, reconocía.

Su tarea ha cambiado estos años -“antes era todo manual, con escobas y fregona, ahora hay más máquinas”- pero ha cambiado más Anaitasuna. “Antes eran cuatro y esto era pequeño. Nada que ver con la actualidad”. También han cambiado los socios. “A los que llevan toda la vida les he conocido jóvenes, he visto crecer a sus hijos, ahora a sus nietos...”.

Desde hace tres años José Mari se dedica exclusivamente al mantenimiento. Su jornada comienza a las 6 de la mañana. Mira las piscinas; los contadores, hacer los filtros, regula el cloro, “y luego las averías del día anterior. Hay que ver lo que corre prisa y qué se puede hacer”. Lo mismo arregla un grifo que un enchufe, cambia una ducha, revisar una máquina o pega una baldosa suelta. “Un poco de todo. Como en casa, pero a lo grande”.

Con ganas pero sin prisa por jubilarse, porque “cuando llegue llegará y a disfrutar”, José Mari no se cansa “de un trabajo ameno y diferente cada día”. Y disfruta especialmente con “el contacto con la gente. Esto no es como trabajar en Hacienda. Aquí vienen a divertirse, a pasar el día a gusto. Son gente maja”.