Los incidentes violentos que acontecieron la pasada noche del jueves en el Casco Viejo de Pamplona indignan y preocupan a los hosteleros y vecinos de la zona. Las zonas más afectas por el tumulto de gente descontrolada fueron la calle de San Nicolás, la calle San Gregorio y el Paseo Sarasate. Las terrazas concedidas durante la pandemia en Paseo Sarasate fueron destrozadas. Además, las personas participantes en los disturbios arrojaron todo tipo de objetos a la policía con el resultado de cuatro agentes heridos y seis detenidos, que ayer fueron puestos en libertad. Los altercados comenzaron tras el desalojo de la calle San Gregorio por la gran aglomeración de gente que no respetaban las normas de seguridad. El desalojo fue coordinado por la Policía Municipal, Policía Foral y Policía Nacional.

“La situación es incontrolable. A todas las terrazas del paseo nos han reventado las puertas de las casetas y nos han robado”, señaló Juan Diego Alzate, camarero del bar Catachu. “hay peleas y disturbios cada semana, rompen todas las cosas de la ciudad y esto no mejora. Cada jueves es peor”, añadió. “Los chavales están súper descontrolados, esta zona se ha convertido en el meadero oficial de Pamplona”, explicó. “Cada jueves es una sorpresa y no sabemos qué nos podemos encontrar. Las sillas fuera de la carpa, todo meado, nos rompen la puerta, etc. Lo hacen a malas, es para joder y se ve que es con intención de hacer daño y entendemos por qué”, destacó. “Llego a pensar que no son conscientes realmente de lo que hacen, muchos de ellos son menores de edad. Pienso que influye la falta de autoridad de los adultos con estos jóvenes”, lamentó. Desde el comienzo de la calle San Nicolás hasta el final de la calle San Gregorio, varios jóvenes se apelotonaron entre los bares para realizar botellones. “Ayer estaban desatadísimos todos. Eran chavales súper jóvenes que no llegaban a los 20 años. No había manera de controlarlos”, declaró una camarera del bar Ulzama, que la tarde del jueves se encontraba junto a su compañera al frente del local. “Nos vacilaban de unas maneras porque estábamos solo dos chicas que era avergonzante”, expresó. La barra se encontraba repleta de pintxos esperados ser consumidos, pero los jóvenes que se encontraban en el establecimiento se dedicaron a tirar cubatas por encima y destrozar la comida expuesta. “La barra se encontraba llena de gente que se comportaban como salvajes. El disparador de CO2 por las nubes y tuvimos que echar a gente para que el nivel de CO2 comenzase a bajar un poco”, describió. A la hora de describir a los jóvenes que se encontraban en el bar los denominó de “maleducados y salvajes”. Entre tanto, los supuestos clientes se dedicaron a increpar tanto a las cameras como al resto de clientes, rompiendo vasos hasta el punto de dejar al local sin vajilla. “La policía brillaba por su ausencia cuando más se le necesitaba”, señaló.

Varios se fueron a sus casas sin pagar sus consumiciones. “Chupitos y cubatas sin pagar, la caja súper descuadrada y eso nos lo tragamos nosotras”, expresó molesta. “Nuestra clientela habitual no apareció porque veían el percal. No se podía ni entrar”, destacó.

A las 22.30 horas tuvieron que cerrar la terraza porque no se cumplían las medidas de seguridad. “Se encontraban siete personas por mesa y no lo podíamos mantener así, encima con bebidas que no eran del bar”, añadió. A las 23.00 horas tuvieron que dejar de servir, “era imposible controlar a la chavalería”, señaló. A las 00.00 horas es su hora habitual de cierre y tuvieron que salir más tarde para poder limpiar el bar. “Fuimos a tirar la basura con el carro y es que había manera. No se apartaban. Esto era peor que en San Fermín, la ciudad sin ley”, declaró. Destacaron la falta de auxilio policial y que la hostelería no cuenta con la protección necesaria para este tipo de situaciones.

Al inicio de la calle San Nicolás, el bar Don Lluis vivió “un descontrol absoluto”. Así lo denominó su dueño, que se encontraba esa tarde en el bar junto a su mujer. Ambos fueron amenazados por parte de varios jóvenes que se negaban a abandonar el establecimiento. “Falta de educación, una bestialidad y desobediencia total, semejante barbarie no la he visto ni un 6 de julio”, señaló. Aseguró que la gente joven se está creciendo al no recibir un castigo severo en este tipo de situaciones y que la hostelería sigue siendo la pagana. “La mala fama nos la llevamos siempre los hosteleros”, lamentó. “Esto es inaudito, no me ha pasado en la vida. Amenazando con botellas y se sentaban en las mesas de mi bar con sus katxis y latas de cerveza. Parece mentira que sean estudiantes universitarios porque la educación s se la debieron dejar en sus casas”, añadió. Consideró avergonzante y humillante para la hostelería que se permitan este tipo de actos. Desde el bar San Gregorio y Kaixo también sufrieron la aglomeración de jóvenes. “La situación se iba complicando y a las 16.30 ya tuve que cerrar el bar Kaixo y a echar a toda la gente que estaba haciendo botellón en nuestras mesas y como consecuencia la terraza la tuvimos que cerrar a las 17 horas”, explicó. Este local ve que más no puede hacer para controlar la situación. “Tenemos bastante personal e intentamos controlar el aforo lo máximo posible, pero lo de este jueves fue una locura”, señaló. La clientela habitual del bar ya no piensa acudir los jueves a tomar sus pintxos. “Ven semejante cúmulo de gente descontrolada y pasan de venir a tomar algo”, lamentó.

Los vecinos del Casco Viejo de Pamplona muestran su disconformidad con los últimos acontecimientos. “Me encontraba yo mirando por la ventana, porque el ruido era extremo, y unos jóvenes se dedicaron a llamarme puta vieja. Menudos sin vergüenzas”, expresó María Jesús Garriz, vecina de la calle San Gregorio. “Tenemos miedo. Se dedicaron a llamar a los timbres sin piedad y a amenazar a la gente que vivimos aquí. No tenemos porqué vivir esto”, destacó. No toda la juventud ve con buenos ojos los botellones acontecidos la pasada noche. En el caso de Irene Lareki, vecina de la calle San Miguel, fue una odisea la vuelta a casa. “Salía de trabajar a las 21.00 horas y fue toda una aventura llegar a mi portal. Tuve que dar una serie de vueltas para poder llegar a mi casa alucinante. No se podía pasar por la calle San Gregorio y la policía no hacía nada”, señaló. Desde la Asociación de Vecinos del Casco Viejo de Pamplona, Toni Iragui muestra la preocupación por lo sucedido el pasado jueves. “La situación se ha ido de las manos”, alertó. “Nos encontramos bastante enfadados. No hemos vivido una situación así ni en San Fermín. Es una falta de respeto y educación a la ciudad”, añadió. Siempre han buscado un equilibrio en la imagen de la parte vieja de la ciudad. “Sabemos que es una zona con muchos bares y perfecta para el ocio, pero también tiene sus vecinos. Ese equilibrio se ha roto”, explicó. Remarcan que no van a permitir que las necesidades del vecindario como son el descanso, la limpieza de sus calles y la convivencia se vean alteradas por los botellones. Se reunirán con el Ayuntamiento de Pamplona para buscar medidas y soluciones ante este descontrol.

“Una falta de respeto y educación, parece mentira que sean estudiantes”

Pamplona

“Se dedicaron a gritarme puta vieja por estar asomada a la ventana”

Vecina del Casco Viejo

“Es una falta de respeto y educación a la ciudad y a los vecinos del Casco Viejo”

Asociación Vecinos Casco Viejo