La txaranga tafallesa Malatxo salió a tocar ayer a pesar de la nieve para celebrar el premio que recibió por parte de la Peña Anaitasuna, que le otorgó la pancarta de oro.

Esta txaranga, que celebra pronto su 25º aniversario, recibió con sorpresa el premio tras dos años que llevan de parón, relató Iñaki Sádaba. El director se mostró muy agradecido por el reconocimiento que supone este galardón tras los 20 años que la txaranga lleva tocando junto a la peña, con la que guarda una estrecha relación. "Más que la peña que nos contrata para Sanfermines, son nuestra cuadrilla en Pamplona", explicó Sádaba. "El premio supone un reconocimiento, no solo a los que estamos ahora; hemos pasado mucha gente a lo largo de estos 25 años por la txaranga. Para nosotros es un orgullo que se nos reconozca y que sigamos por 25 años más, o todos los que se puedan".

Actualmente, la txaranga la integran 15 personas, pero varía según la temporada: en invierno siempre reúne a más gente, y en verano, en cambio, hay personas que no pueden estar en todas las actuaciones por trabajo, vacaciones o temas personales. "Siempre tenemos un banquillo preparado para salir cuando se necesita", apuntó Sádaba.

La txaranga se remonta al año 1997. Surgió en torno a la banda La Tafallesa, cuando varios integrantes, además de algunas personas de fuera, empezaron a juntarse para ensayar y comenzaron a salir a tocar. La primera actuación, recordó Sádaba, fue en Pueyo, y de ahí proviene el nombre, Malatxo, que hace referencia a un personaje mitológico del pueblo, explicó el director, uno de los miembros más antiguos del grupo.

En torno al año 2000, empezaron a tocar por primera vez con las peñas de Pamplona en Sanfermines, costumbre que mantienen a día de hoy y que esperan recuperar en estas fiestas venideras tras dos años de actividad reducida debido a la pandemia.

Además, la txaranga mantiene desde siempre una relación muy buena con las peñas: "Durante el año participamos con ellos también en otras actividades que organizan, nos juntamos con ellos en Navidad, en el gazteguna... Algún año también hemos colaborado con ellos en la Korrika".

El primer verano tras la llegada de la covid-19 lo vivieron como una especie de "shock". Llevaban todo el invierno preparando un repertorio nuevo y ensayando de cara al verano, y la primavera, a las puertas de la estación más activa para la txaranga, les sorprendió con un panorama inesperado: "De repente se paró todo, nos encerramos en casa. Fue una situación dura".

El director relató que la txaranga tiene la costumbre de reunirse los domingos para ensayar y verse entre ellos: "La rutina de repente se paró en seco, y al principio no sabíamos qué hacer. Empezamos a quedar los domingos para hacer videollamadas y al menos vernos, echar una cerveza y hablar un rato todos juntos. Tocar no podíamos, pero pasábamos el rato".

De cara al año que viene, la txaranga se muestra optimista: "Nuestra ilusión es que el próximo 7 de julio volvamos a estar otra vez en Pamplona y podamos disfrutar de unos Sanfermines como los que conocíamos antes". Además, tienen en mente celebrar por lo grande el 25º aniversario: "No tenemos nada cerrado, pero tenemos intención y ganas de hacer cosas. Que se pueda, y que podamos disfrutarlo todos", desean.