"Qué cosa más fea", así se describieron los 696 metros de pantallas antiruido de cuatro metros de altura instaladas recientemente en el entorno del monte Ezkaba. Este proyecto, aprobado por el Departamento de Cohesión Territorial con un presupuesto de 725.440 euros, se levantó con el objetivo de disminuir la contaminación acústica que padecían los entornos de la PA-30 y PA-34 utilizando 'barreras sonoras' de hormigón poroso absorbente. Además, para minimizar el efecto visual de la altura de las pantallas, se les proporcionó un acabado con un mínimo de dos texturas y relieves en al menos el 40% de la superficie.

Sin embargo, más que disminuir el ruido, las obras provocaron el aumento de este, sobre todo entre los vecinos. Muchos de ellos manifestaron su descontento por la instalación, y basaron sus quejas en el aspecto poco estético que ofrecen.

Era el caso de la vecina Purificación Martínez, que caminaba, como a diario con su amiga Sara Capa por el paseo que discurre por detrás del instituto Iñaki Ochoa de Olza. "Qué cosa más fea. Pero horrible. ¿Qué hace eso ahí? No quita el ruido para nada, pero lo que sí quita es la vista", comentó, descontenta, haciendo referencia a los paneles acústicos. La opinión de esta vecina coincidía con el sentir de la mayoría de viandantes, para quienes el mayor problema era la estética que ofrece la nueva instalación: "Teníamos una vista preciosa de todo el monte, y ahora tenemos... una guarrada. No sé quién lo habrá mandado, pero lo podría haber puesto en su casa. Esto es feísimo y nos han quitado toda la vista de monte, que era preciosa", afirmó Martínez con indignación.

Su amiga, Sara Capa, mostró una opinión muy similar: "Parece que estamos en una cárcel, porque no se ve nada. Si fuese su dinero, les dolería más gastarlo aquí, pero como es de todos los contribuyentes...". También manifestó que le parecía un gasto que podría haberse destinado a otras obras públicas más necesarias en el día a día: "Que lo gasten en otras cosas más interesantes; en arreglar las calles, los bancos... A ver si ganamos la mayoría y lo quitan otra vez, y si no, haremos barricada", finalizó, entre risas.

Carlos Garayalde, también vecino, que paseaba con su mujer y su hija, opinó en la misma dirección que las vistas, o la falta de ellas, era uno de los mayores inconvenientes, y añadió el problema de las pintadas tan recurrentes en cualquier pared blanca: "Tendrían que sacar un concurso para poner aquí unos grafittis, pero de los decentes, o unos dibujos para que esté más bonito. Porque si no, van a venir a estropearlo". Su hija se mostró de acuerdo, y expresó que lo adecuado sería que dejasen los paneles "bonitos" para evitar el vandalismo y los grafittis omnipresentes. En cuanto al ruido, opinó que "algo se nota, hay menos ruido". Sin embargo, también apreció el problema que presentaba la instalación visualmente: "Estéticamente es muy feo; antes por lo menos veíamos el monte, pero ahora no se ve nada. Pero me imagino que para la gente que vive aquí o para el colegio será adecuado. Ahora se nota, se sigue oyendo pero no como antes", subrayó la vecina.

DIFERENCIA DE OPINIONES Por otro lado, el vecino Antonio Cerdán se mostró abiertamente a favor de la obra, a pesar de lamentar la reducción del paisaje. "A mí me parece bien, porque se insonoriza bastante. Se nota mucho, y en el colegio mucho más. Cuando no estaban las pantallas ibas por aquí y todo el rato con el ruido. Era molesto". Pero también se quejó de las vistas: "Yo he andado toda la vida con camiones y me gustan mucho, me gustaba verlos pasar, pero si es para bien de los chavales del colegio... También viene bien para los vecinos, se nota mucho que no hay tanto ruido". Declaró que consideraba la medida eficiente, y también que la disminución de ruido compensaba el quedarse sin vistas a la hora de pasear. "Peor va a quedar luego, ya verás cómo los grafiteros andan por aquí. En cuanto les dé por meterse aquí... eso sí ha de quedar feo", lamentó.

El vecino David Sánchez se sumó también a las opiniones en contra de los paneles, resumiendo las desventajas que conlleva la nueva obra y poniendo voz a las quejas vecinales. "Vivo cerca y me gusta salir a pasear por esa ruta ya que tengo una buena vista del monte. No sé cuál es la finalidad del muro pero es extremadamente alto. Si es por evitar el ruido, los coches se siguen oyendo pasar. Lo único que ahora ni se ven coches ni monte", protestó, y dejó clara su postura contraria a la obra. Continuó expresando su preocupación y mencionó otros inconvenientes como los botellones: "Es un nuevo foco de reuniones de cara a botellones y maleantes, ya que ahora no hay ninguna carretera cerca que vigile (por cualquier ciudadano o fuerza del orden) lo que pueda ocurrir con la gente que esté paseando por ahí. Más aún en la zona del colegio, que ahora queda muy escondida y da miedo pasar", puntualizó. "En mi opinión deberían buscar otra solución más allá de cargarse una zona de paseo y favorecer zonas recónditas para la delincuencia cerca de los colegios", finalizó, mostrando su enfado por esta nueva medida.