la Guerra Civil no marchaba muy bien para la República, aunque quedaba aún un durísimo año de guerra por delante. Pamplona, controlada por los fascistas desde el inicio, se encontraba ya muy lejos del frente, pero ello no hacía bajar la guardia de las autoridades locales. Los días 22 de mayo y 11 de noviembre de 1937 la ciudad había recibido sendos bombardeos, que habían causado 19 muertos, y alguna de las bombas cayó muy cerca del lugar de la foto, ante los soportales de Diputación, donde aún pueden verse los desconchados causados por la explosión. La fotografía nos muestra que en el rincón sureste de la plaza del Castillo se había instalado un refugio antiaéreo protegido por sacos terreros, justo ante las entradas del casino Eslava y el hotel Quintana. En cada pilar, debajo de los avisos de "se prohíbe fijar carteles", se ve un cartel de propaganda política. Y es que alguien tenía que venir a poner orden en aquel desgobierno...

este rincón de la plaza del Castillo permanece prácticamente igual que en la foto antigua, y las transformaciones operadas en los 84 años transcurridos afectan tan solo a cuestiones superficiales. El corte de la foto, llevado a cabo con precisión quirúrgica gracias a la referencia de los edificios, nos permite asegurar además que nos encontramos en el punto exacto donde se había situado en fotógrafo del año 1938.

Vemos a la izquierda la casa con mirador acristalado de forja, y acto seguido el balcón del casino Eslava, tal y como el arquitecto Víctor Eusa lo había diseñado en 1931. A la derecha, tras doblar la esquina, se ven los imaginativos vanos modernistas de lo que fue el hotel Quintana, verdadero lugar de hospedaje de Hemingway. Era propiedad de Juan Quintana, republicano y gran amigo del mundialmente famoso escritor, aunque para 1938 el pobre Juanito ya se encontraba en el exilio, y su precioso hotel confiscado.