No han sido meses fáciles para nadie, tampoco para los integrantes del grupo Scout Gundemaro de Marcilla que también vieron mermadas sus rutinas, las relaciones sociales, el ocio y las reuniones. Sin embargo, tras un parón decidieron volver a juntarse y su impronta se ha notado de nuevo en el municipio, concretamente en el colegio San Bartolomé. Y es que los miembros de la rama 'Pioneros', chavales de entre 14 y 15 años cuya metodología gira en torno a la empresa; proyectos que les divierten y son originales pero que a su vez revierten en las personas o en el municipio, pintaron juegos inclusivos en el patio del centro educativo.

Lucía Arnedo, Lucía Murugarren, Maite Alonso, Unai Goñi, Ohiane Iturria y Diego Fabo son algunos de los marcilleses que han hecho que este proyecto sea una realidad. Antes de que llegara la pandemia, cuentan, se reunieron con varias asociaciones y entidades locales para conocer sus necesidades y, cuando el colegio les planteó este proyecto, lo aceptaron encantados.

Aunque la idea era haberlo hecho el año pasado, fue en marzo del 2021 cuando se pusieron manos a la obra. La iniciativa contó con una subvención del departamento de Educación y del Ayuntamiento para la compra de materiales por lo que ellos, unos 16 jóvenes, aportaron la mano de obra; durante cinco fines de semana se centraron en hacer las plantillas, los dibujos, pintar, etc.

El resultado, a pesar de quedar pendiente una segunda fase, no pudo ser mejor; hay nueve juegos entre los que destacan la rayuela, las chapas, un banco de la amistad, el tres en raya, etc. "Ahora solo falta que los niños y niñas de Marcilla se diviertan saltando y corriendo en los nuevos espacios", apuntan.

En pandemia

Con la actual situación sanitaria, nadie sabía cómo iba a ser la vuelta y, sin embargo, y a pesar de haber perdido esa rutina de quedar todos los fines de semana, "no nos resultó duro volver, de hecho, lo hicimos con ganas", afirman estos jóvenes. Y es que, insisten, "nos lo pasamos muy bien, nos entretenemos mucho y, de hecho, si algún amigo no viene y quedan por su cuenta, luego nos juntamos. Hay tiempo para todo".

Durante el confinamiento más estricto tuvieron contacto vía WhatsApp o por videollamada pero ya en septiembre decidieron retomar las reuniones con un exhausto protocolo anticovid y, sobre todo, primando los paseos y actividades al aire libre. También participaron en una actividad con los jóvenes del COA; cocinaron con ellos, se mandaron correspondencia y quedaron en el centro para conocerse, y en Navidad organizaron la llegada de Papá Noel, Olentzero y los Reyes Magos, actividades que tuvieron que reinventar. Por último, a finales de junio realizaron una Javierada.

Lo que sí echarán en falta este año es el tradicional campamento que realizan todos juntos en el mes de agosto y que aún es impensable retomar. Sin embargo, esperan hacer excursiones por ramas.

Entidad consolidada

Gundemaro, nombre en honor a uno de los reyes visigodos que las leyendas asocian con el origen de Marcilla, nació hace 38 años para darles un ocio alternativo a los niños y jóvenes de la localidad y para formarles en valores. Se trata de un grupo que no depende de la parroquia, a diferencia de todos los demás, y al principio, explican, el padreo Blas Irañeta reunió a una serie de jóvenes con inquietudes y los formó para que pudiesen trabajar con los niños que por aquel entonces tenían 11 años, los nacidos en los años 1971 y 1972. Aunque los primeros pasos no fueron fáciles; sin local y sin medios, fue la ilusión, el ingenio y la buena voluntad de todos los implicados, sobre todo de las familias, lo que hizo que todo fuera hacia adelante.

Los scouts de Marcilla, conformado en la actualidad por 6 monitores y unos 75 chicos y chicas divididos por edades en las ramas Ranger (12-13 años), Pioneros (14-15 años), Rutas (16-17 años), así como los Pre-ranger, realizan actividades todos los sábados y las sesiones, insisten, tienen la finalidad o el reto de formar a los participantes; todo se prepara con un trasfondo de aprendizaje.

Los scouts pintaron juegos inclusivos en el patio del centro educativo. Foto: María San Gil

Además este grupo colabora y echa una mano en las actividades que realizan otras asociaciones de la localidad como, por ejemplo, Alnus, y no le cierran las puertas a ningún proyecto que se les presente.

"Vienes a gusto, además, cada etapa te aporta diferentes valores a nivel personal; al principio es más un juego y luego vas reflexionando y profundizando en temas más importantes", apuntaba Lucía Arnedo que, aunque el próximo año cumplirá 18 años y quiere marcharse lejos a estudiar, espera seguir vinculada al grupo, aunque tendrá que hacerlo como monitora, algo que también espera Oihane Iturria.