Mikel Gazpio Mugiro, de Aldatz, con un solo mes de edad es desde ayer un nuevo amigo de San Miguel, un nombramiento que él vivió dormido plácidamente en brazos de su madre. A esta peculiar cuadrilla unida por la tradición y devoción a San Miguel ayer se unió medio centenar de niños y niñas. “Había 24 inscritos y hoy (por ayer) se han apuntado otros tantos”, observó José Mari Ustarroz, presidente de la Cofradía de San Miguel, organizadora de esta cita que busca facilitar el encuentro de los más pequeños con la imagen del Ángel en su casa, en el santuario de Aralar.

Así es desde 2004, un día en el que el silencio y la quietud de los centenarios muros se rompen con el bullicio de los txikis. El encuentro tiene fecha fija, el domingo siguiente a Sanfermines, un primer contacto que queda sellado en un pergamino que los más previsores recogieron ayer y el resto deberá esperar dos semanas.

“Antiguamente en el santuario se celebraban bautizos pero ahora solo puede ser en las parroquias. La gente tenía esa ilusión y pensamos en instaurar un día dedicado a los niños para mantener el vínculo”, señaló Ustarroz. Con 16 ediciones, ya son cientos los amigos y amigas de San Miguel. Era el caso de Irati y Unai Pérez de Viñaspre Zabalza, de Arbizu, que ayer acompañaron a su hermana Maddi, de 7 meses, en su presentación. También Lucía, Isabel y Alodia Señas Guindano, que acudieron con su hermano Martín, el benjamín de esta familia de Orkoien pero de padre de Urroz y madre de Javier, como puntualizaron.

“Las familias de nuestro entorno que tienen devoción a San Miguel van viviendo este día dentro de las visitas al santuario un acontecimiento sencillo pero con mucho significado”, señaló el capellán de Aralar, Mikel Garciandía. “La devoción a San Miguel en nuestra tierra debe trabajarse desde que son bebés”, observó. Asimismo, destacó la importancia de que los txikis puedan vivir el santuario como algo suyo. Para ello, hay un cómic en la entrada con 12 paneles con la leyenda de Teodosio de Goñi, en euskera y castellano. “Los niños o sus padres la pueden leer para que la tradición no se rompa. El santuario está abierto a todos”, incidió.