uharte arakil - Festividad de San Miguel, domingo y un día espléndido, miles de personas se acercaron ayer a lo largo del día al santuario de Aralar, por devoción y tradición. Dado que se preveía una afluencia masiva de feligreses, ayer se oficiaron seis misas, cuatro por la mañana y dos por la tarde. En todas el templo se quedó pequeño. “Desde la primera misa, a las nueve de la mañana, ya era más las personas que estaban de pie que sentadas”, apuntó el capellán de Aralar, Mikel Garciandía. La mayoría de los fieles provenían de la zona, de localidades de Sakana, Larraun, Araitz-Betelu, Imotz y Leitzaldea pero también de otros lugares más lejanos como Pamplona, Bilbao o San Sebastián. Y es que muchos quisieron aprovechar que era festivo para subir ayer a Aralar.

Cómo es tradición, al final de cada oficio se dio a venerar la efigie de San Miguel, en cuyo interior guarda un pedazo del Lignum Crucis, o reliquia de la cruz de Cristo. Al igual que estos últimos años, se realizó junto a la salida del templo para evitar aglomeraciones.

Día grande del santuario, las aportaciones de los fieles este día, tanto en la cesta como con los encargos de misas, suponen una inyección económica para las arcas del santuario. “Queremos hacer un año jubilar pero para ello sería necesario preparar una infraestructura”, apuntó Mikel Garciandía. La más importante es la rehabilitación de Laguntzetxe como centro de interpretación, sede social de la cofradía, biblioteca histórica y salón de actos. Al respecto, el capellán recordó que hay desgravaciones para las donaciones.