El pueblo de Doña Sancha volvió ayer al Medievo al paso a caballo de la comitiva real por sus empedradas y empinadas calles engalanadas para la última fiesta de calle de otoño, entre las fiestas locales y la Navidad, día de encuentro de familias y cuadrillas. "Es la última expresión de salida a la calle, la última cita importante antes del invierno, cuando se paraliza el trabajo en el campo, los días se acortan y nos recogemos en las casas", expresaba el concejal de Cultura, Alberto Goñi. A su lado, la edil Beatriz Olagüe, lo corroboraba. Y es que en esta edición Aibar ha querido acentuar las formas de vida tradicionales y reconciliarse con la tierra a través de actividades y de los productos que ésta genera. "Alimentos, vino, madera, hierro y arcilla con los que se intentaba sacar adelante la vida en el día a día de nuestros pueblos en épocas pasadas en las que la labor de la mujer era fundamental y auténtica. Hoy reivindicamos una forma de vida a la que se está volviendo", manifestaba Goñi. Escaparate de esta intención fueron los 35 puestos artesanales extendidos por la asociación A-Mano, que ayer se estrenaba en Aibar, así como los dos grupos allegados de las vecinas tierras de Aragón: "Barzonia y Nomaduk", encargados de la animación y de la diversión popular. Entre visitas guiadas y demostraciones de antiguos oficios, la tasca daba vino y txistorra, con la participación del pueblo. "Gracias a ello, el presupuesto se ajusta en diez mil euros. La colaboración forma parte de nuestra cultura ", reconocía Goñi. Cultura propia incluida en el programa, como la txaranga local que daba calor en la plaza de Sancha y la Coral Aritza entonando melodías de antaño.