Nicolás Navallas Martiz, sangüesino de 96 años, artesano que ha hecho arte de su viejo oficio de hojalatero, no se apuró en marzo cuando supo que quedábamos confinados. Con la aceptación propia de su edad y el talante jovial del que hace gala, sin balcón y sin jardín en casa, se refugió en su taller de la calle Santiago, 21 , un museo a todas luces. Alli se quedó mirando al material que Miguel "el Valenciano" le había proporcionado días antes: unas bajantes de cañería de la calle del Mercado que él sabría aprovechar.

Echó mano de su viejo cuaderno de 1945, que guarda modelos y medidas de utensilios de aquel tiempo, en el que él trabajaba a sueldo para un patrón. "Lo escribí todo por si alguna vez me establecía por mi cuenta", recuerda aún despierto y agudo.

El taller de Nicolás.

'Las cosas de Nicolás'

El resultado de este tiempose ha transformado en una muestra inaugurada el jueves en el Palacio Vallesantoro, casa de cultura de la ciudad, con el título 'Las cosas de Nicolás'. Son 60 piezas de hojalata y hablan de una vida que se fue. Durante dos meses y medio Nicolás ha dado forma a: faroles de carro y farolillos, cántaros de leche, de agua ( de Lumbier, o cántaro de Amelia), jarras para medir leche y vino procedentes de Navarra, Aragón y Castilla; gárgolas, caloríferos, letras de marcar o cuenco de los pastores para hacer el queso, así como la rejilla que hacía de brasero para calentar los pies en la iglesia. Por cada objeto, tiene Nicolás una historia de su contexto y una reflexión que todo lo resume: "Esto ya se ha perdido".

Nicolás, trabajando en su taller

"'Las cosas de Nicolás' es una exposición etnográfica que habla de la vida de los pueblos hasta mediados del siglo XX.El plástico sustituyó a la hojalata en los años 50 y yo abandoné mi labor. Después, se fueron muriendo los hojalateros ", recuerda Nicolás. La muestra contiene a su vez las herramientas propias del trabajo artesano, con nombres y usos de las piezas.

Generosidad

El taller ha sido su refugio desde su jubilación, hace tres décadas, terapia ocupacional en su viudedad (23 años sin Esther Echarte, su mujer), parada de peregrinos , visita obligada de turistas de diversas nacionalidades, políticos y cada 11 de septiembre, Nicolás aparca las herramientas y en la mesa de trabajo coloca jamón y champán para celebrar entre amigos el inicio de las fiestas. Es un regalo de la casa, de puertas abiertas todo el año (menos este) con visita guiada gratis a su particular museo lleno de rincones sangüesinos, edificios, ermitas y palacios.

Destaca en él una detallada maqueta de la ciudad del siglo XII. Brilla en latón, cobre o plomo su artesanía de años con material reciclado o de chatarra, y guarda el agradecimiento multiplicado porque ha dado mucho "a precio de rico", dice sonriendo, o lo que es lo mismo, todo gratis: las coronas del Misterio de Reyes, cofres de las ofrendas, encargos de parroquias como Gallipienzo, Peralta, Ujué..." Tengo piezas repartidas por media Navarra y hasta en Benidorm" apunta mientras las acaricia y recorre ligero el taller de un lado a otro.

"A mi edad, que tengas esta ilusión€" Se siente orgulloso de no haber parado este año y dice que solo echaba en falta ir a caminar, la misa y las charlas con el barbero, sus costumbres. Al abuelo Nícolás aún le quedan ganas de ayudar a sus cuatro nietos y dos nietas, y lleva a sus hijos periódico y pan. No se le acaba la energía y el humor. "Menuda suerte, me ha dado la vida" exclama en referencia a su memoria y habilidad en sus manos. "El tiempo se me pasó volando, tranquilo y sin miedo,"no me hacía ni a la idea de que estaba confinado" recuerda.

Hasta el 10 de enero

Hasta el próximo 10 de enero se puede disfrutar de su trabajo en la casa de cultura, de este hombre extraordinario que a su edad no está dispuesto a colgar el buzo. Ya lo dejó escrito en su cuaderno de visitas un geriatra malagueño que por allí pasó: "Este hombre no es normal".