ulmón de la economía de la Ribera, tanto por ingresos directos e indirectos como por ser imán para el turismo, la verdura está pasando también su particular encierro y perjuicio en esta cuarentena, quizás no tan visible como en el resto de los oficios. Todo ha cambiado en estas tres semanas de aislamiento, también la forma de comprar los productos del campo o de la huerta. Ni siquiera en eso las consecuencias son lineales ni para todos iguales. Lo único evidente es que la venta por teléfono y para llevar a casa se ha instalado definitivamente tanto en el pequeño comercio como en mercados y quienes ya estaban inmersos en este servicio, como grandes y pequeñas empresas de producción y envío de verdura, se han visto muy beneficiados con una gran multiplicación de clientes. Sin embargo, la pequeña tienda de calle ha tenido altos y bajos, mientras la mayoría han visto caer las ventas ante la desaparición del turismo (tan importante en estas fechas en la Ribera), y el cierre de bares y restaurantes, alguna ha conseguido mantenerse y cubrir con el cliente fiel de proximidad la ausencia de los grandes pedidos de hostelería.

Capítulo aparte merecen los problemas que algunos particulares con pequeña producción y huerto están teniendo para poder acceder a sus campos, lo que también repercute, a su vez, en los pequeños puestos de venta. Como explicaba el concejal de Agricultura de Corella, Félix Bienzobas, "como responsable público tengo la obligación, de hacer todo lo posible por evitar contagios, de exigir que no se salga de casa más que lo imprescindible, pero como responsable de Agricultura en mi Ayuntamiento, debo pedir que se permita hacer lo imprescindible para que el campo pueda continuar viviendo y eso no es solo recoger hortalizas. Hay que ser consciente de que el campo no es una máquina que la desenchufas y cuando vuelves le das otra vez corriente y si mantienes a tus clientes, vuelta a trabajar. El campo necesita en cada época sus tareas, su dedicación, tiene su calendario. No se puede dejar abandonada una parte de nuestro campo que, en algunos casos, es la forma de complementar salarios insuficientes o pensiones raquíticas".

Como reconoce Marí Carmen Nevot, que tiene un puesto en el mercado de Tudela con fruta y verdura desde hace más de 60 años (comenzó su abuela), "la gente mayor, que traía para vender los excedentes de sus huertos, no viene por miedo a salir de casa o porque les van a parar. No significa que haya escasez de producto, porque coges del almacén, pero lo mejor es el género que traen directamente de campos pequeños y esos están teniendo problemas". Mari Carmen pasa estas mañanas desde el 16 de marzo "tranquila, no viene casi nadie, ahora estamos más pendientes del teléfono", apunta a través de la mascarilla. "La gente no viene a comprar. Te llaman por teléfono para pedirte las cosas o por WhatsApp, pero no hay ambiente de compra. La gente tiene miedo a salir".

En su puesto, la venta del día a día ha bajado enteros, "mínimo a la mitad", ahora quienes compran lo hacen para 3 ó 4 días. "Ahora se llevan más y esta semana pasada subió ya mucho la venta por teléfono. Te llaman y se lo llevas, no sólo a mayores que les dé miedo, llaman de todas las edades". Lo que es común a todos los puestos es la desaparición de los grandes pedidos de bares y restaurantes, claves para su economía en estas fechas, "si tienes un par de clientes de hostelería que se te llevan 20 docenas de alcachofas a la semana ó 10 kilos de espárragos te aliviaba, pero ahora eso ya no existe. No es lo mismo que vender de vez en cuando a una persona dos docenas de alcachofas, y con suerte".

Sus palabras suenan casi con eco en el claustro del mercado tudelano, un lugar habitualmente lleno de bullicio y entradas y salidas de gente y más tan cerca de las Fiestas de las Verduras, ya aplazadas. El mercado solía amanecer copado por turistas, otro fantasma que afecta a la economía ribera. "El turismo daba mucha vida. La gente que se movía de Zaragoza, Pamplona, Logroño que venía al mercado a los productos de primavera como el espárrago, guisante, ya no vienen y también se ha paralizado mucho el envío a Madrid, San Sebastián... Se enviaba mucho fuera y eso se ha parado".

La ausencia del turismo también es clave para Enrique Pozos, de Frutería Pocicos, con comercio, desde hace 6 años, en el paseo de Pamplona, junto al aparcamiento más grande y céntrico de Tudela, en la puerta de entrada a la capital ribera. Como ejemplo, en estas fechas vendería entre 120 y 150 docenas de alcachofas a la semana y ahora "no llegaré a las 30 docenas" y estima que "en estas semanas de aislamiento habremos tenido una reducción de ventas de entre el 30% y el 40%". Mientras se lava las manos sistemáticamente, entre cliente y cliente, relata cómo ha cambiado la compra, "se está notando menor número de ventas pero más cantidad en lo que se llevan. Antes la gente venía todos los días a hacer una pequeña compra. Ahora hacen una compra bastante mayor y se quedan 3-4 días sin venir. Muchos aprovechan para comprar en un supermercado". Antes de la crisis, llevaba la verdura a dos o tres personas mayores que viven cerca, pero ahora se han multiplicado. Manteniendo la distancia lanza su última reflexión apoyado en las barquillas: "Yo creo que saldremos de ésta. Todos hemos nacido desnudos y todos hemos salido. Vamos a salir escaldados, va a haber mucho autónomo y mucha tienda que va a cerrar, pero espabilaremos poco a poco".

En pleno centro de Tudela, en la calle Yanguas y Miranda (pegado a la plaza Nueva), Frutas y Hortalizas Pili no está sufriendo tanto la bajada en ventas como los otros comercios, quizás por una clientela fija a quien, eso sí, prepara la compra para que sea llegar y llevar. "Nuestra clientela es muy fiel, le gusta mucho el producto que es de producción propia, lo trae Tomás, la verdad es que no hemos notado que haya dejado de venir gente", explica Inma Serrano. "Llevamos también a domicilio y se ha notado mucho incremento a nivel nacional, se conoce que se ha corrido la voz".

Dada su cercanía a la plaza Nueva, la llegada de turistas era importante en esta época por lo que "la venta de espárragos y alcachofas en estas fechas era un ingreso muy importante para nosotros y ese si que no está, se vende, claro, pero a otro nivel". Curiosamente, lo que ha bajado son algunos de los productos para hacer el plato estrella de Tudela: la menestra. "Se conoce que como los hijos no van a comer a casa de los padres, éstos eran los que hacían las menestras y en ese sentido bajón sí que hemos notado en venta de guisantes, espárragos y habas. Por otra parte, ha subido la fruta, manzanas y naranjas de los que se llevan muchos kilos para tener para tiempo".

Otro aspecto destacado en estos días y que está siendo la punta de lanza de la venta de verdura son las empresas de verdura y fruta ecológica que operan en la Ribera y abastecen a toda la península. Como ejemplo, la pequeña empresa El Puente Viejo, de Caparroso, que lleva en activo dos años, ha incrementado sus ventas en un 200%. "La verdad es que está siendo un impulso para nosotros, aunque esté mal decirlo, se nota la venta on-line que ha subido mucho, incluso dentro del mismo pueblo. Siempre hemos hecho a domicilio pero no como ahora. Nos consideramos afortunados, la pérdida de los hosteleros se ha suplido con el incremento de particulares". Quien habla es Silvia Moreno, propietaria de El Puente Viejo junto a su pareja, Asier, y que, al igual que su empleado, están pendientes "de los guantes, del gel y la mascarilla, allá por donde vamos". La única diferencia con respecto a otras temporadas es la bajada del espárrago, "parece que creen que es un artículo para celebraciones y no hay mucho que celebrar", explica Silvia, que se queja de que no se celebren mercadillos cuando se permite ir a los hipermercados.

Una empresa veterana situada en Buñuel, La Trailla, tiene su mercado principal fuera de Navarra y el número de pedidos en estos días ha crecido en un 100%. Su finca, La Noria, es una huerta ecológica familiar situada a 15 kilómetros de Tudela. Carlos Álvarez, gerente, asegura que "el hecho de que haya más gente en las casas se traduce en que nos piden más. Antes hacían un pedido una semana sí y una no porque los hijos comían fuera, pero ahora hacen todas las semanas. También hay clientes nuevos, de hecho, hemos aumentado mucho el número de clientes". La Noria es una de las mayores fincas de cultivo ecológico de España y tienen en Madrid y Cataluña la mayoría de clientes fijos, también de grandes restaurantes. "El cierre de hostelería nos afecta mucho. Vendemos mucho a restauración, tanto a los de tres estrellas Michelín como a grandes cocineros de Tudela. Llevamos a Akelarre, a Mugaritz, Pago de Cirsus, Remigio, Baluarte€ Eso ha pasado a cero, porque les servimos las 52 semanas del año pero, aún así, el incremento de los particulares ha sido enorme y palía su falta". Sus productos estrella son brócoli, acelga, lechuga, cogollos, coliflor o espárragos.

Más allá de números, pérdidas o ganancias, la imagen de personas llevando bolsas de verdura ha desaparecido de la Ribera y se ha sustituido por furgonetas de reparto o pequeñas motos que cruzan Tudela cada mañana para llevar el producto de las huertas que, ahora más que nunca, crecen en el silencio del campo.

"Saldremos de ésta; nacimos desnudos y todos hemos salido adelante"

Frutas Pocicos

"Al no comer los hijos en casa de los padres, no se hacen menestras"

Frutas y Hortalizas Pili