En los campos navarros, las raíces no se ven. Pero son las que sostienen todo lo que florece. Así son también nuestras empresas familiares: discretas, resistentes y profundamente conectadas con el territorio. Han estado, están y estarán. Entendiendo el cambio desde el compromiso con su gente, con su historia y con el futuro compartido.

Navarra vive un momento decisivo. La transformación tecnológica, la presión competitiva y los nuevos modelos de negocio están reconfigurando el entorno económico. Pero en medio de todo este vértigo, hay una certeza que se mantiene: la empresa familiar sigue siendo el corazón del tejido empresarial navarro.

En ADEFAN representamos a más de 170 empresas familiares que, juntas, sumamos más de 16.000 empleos y más del 16% del PIB foral. Pero más allá de los datos, lo que realmente nos define es nuestra forma de estar en el mundo. Somos una forma de vida, no solo una unidad económica. Somos, además de estabilidad, propósito, legado, y comunidad.

Los informes desarrollados por la Cátedra de Empresa Familiar revelan que la mortalidad empresarial es significativamente más baja en la empresa familiar que en la no familiar. Y, en Navarra, esa diferencia es aún más pronunciada. ¿Por qué? Porque trabajamos con horizontes largos. Porque cuidamos lo que construimos. Porque el futuro no es una apuesta, es una responsabilidad.

Desde ADEFAN, empleamos dos ejes para explicar la fortaleza y el potencial de nuestras empresas familiares:

Lo que somos

La empresa familiar está arraigada al territorio, en Navarra lo sabemos y lo hemos promovido siempre, no solo geográficamente, sino culturalmente. Formamos parte del paisaje social, del empleo estable, del impulso local y del cuidado intergeneracional. Transmitimos valores: compromiso, esfuerzo, honestidad y orgullo de pertenencia. Pero también sabemos que esos valores son aún más fuertes cuando van acompañados de sistemas: profesionalización, órganos de gobierno, planes de relevo, liderazgo compartido. En definitiva, el equilibrio entre alma y gestión.

No es casualidad que muchas de nuestras empresas centenarias sigan en pie. Han sabido evolucionar manteniendo su identidad. Y eso es lo que nos permite mirar al futuro sin miedo.

Lo que hacemos

Competir hoy exige adaptarse. Y las empresas familiares navarras lo están haciendo. Invierten en digitalización, en sostenibilidad, en procesos de mejora continua. Incorporan talento externo, se abren a nuevos mercados y a nuevos negocios y no solo son capaces de seguir el ritmo vertiginoso del entorno, sino que en muchos casos son líderes de sus sectores.

En este contexto, apostamos por reforzar nuestra conexión con el sistema educativo y universitario. Las empresas familiares no solo queremos ser una salida laboral para nuestros jóvenes, sino su proyecto de vida. Queremos atraer, fidelizar y proyectar talento. Y para eso, debemos mostrarnos como lo que somos: empresas modernas con alma.

Hoy más que nunca, debemos reivindicar el papel de la empresa familiar como motor económico y como tejido invisible que da cohesión al territorio. Porque sin ellas, Navarra perdería una parte esencial de su identidad. Y con ellas, puede avanzar con solidez, humanidad y visión a largo plazo.

Por eso, seguiremos trabajando para que las empresas familiares no solo perduren, sino que lideren. Porque cuando una empresa familiar avanza, lo hace toda Navarra. Creemos en la fuerza de lo nuestro, en el poder de las raíces bien cuidadas y en la responsabilidad de estar a la altura del momento.

Una Empresa Familiar fuerte hace nuestra tierra más fuerte y preparada para el futuro.