El confinamiento ha sido duro para todos, pero para Adrián Stratta, nuestro anfitrión de esta semana, resultó catártico. Y es que, en su caso, aprovechó el encierro pandémico para dar carpetazo a una terrible historia que vivió en primera persona y que ahora ha plasmado negro sobre blanco, convirtiéndola en el guión de su primera película como director. Este actor argentino empezó a escribir las primeras líneas de 'El tato' hace años, pero los fantasmas de esa experiencia traumática le impedían cerrar ese capítulo y contarlo para ayudar, a su vez, a otras personas a contar los abusos que sufrieron en su infancia.

"Entre los cuatro y los seis años, sufrí abusos sexuales en reiteradas ocasiones por parte de cuatro hombres", cuenta con la serenidad que muestran quienes ya han sufrido demasiado. "Emocional y psicológicamente hice una negación de lo que me había pasado durante mi infancia, pero no fue hasta los 21 años cuando lo asimilé", advierte. Por eso, subraya, "es necesario hablar de estos temas y hacer ver que es algo que existe. Hay mucha gente que ha pasado por circunstancias similares pero siente miedo o vergüenza de contarlo, pero una forma de que puedan sacarlo es hablar de ello en primera persona. Por eso prefiero hablarlo, y al hacerlo, alguien me viene a contar su experiencia. Siento que si hablo de ello ayudo a otras personas", asegura.

No obstante, reconoce que el proceso de rememorar los sucesos del pasado para dar forma a su futura película ha sido sumamente doloroso. No sólo para Adrián, sino también para su marido, Marcelo Misson. "A él le costó conocer más detalles y para mí recordar ciertas cosas fue muy difícil", explica Stratta, que agradece el apoyo de Misson. "Cuando nos conocimos, yo tenía 24 años y aún estaba aprendiendo a vivir con ello. No es comparable, pero es como cuando alguien viene de una guerra. A mí me ayudó mucho la contención de mi pareja y todo lo que sabe escucharme", destaca.

detrás de las cámaras

Adrián Stratta se trasladadó a Euskadi en diciembre del año pasado para formarse en la Escuela de Creación Cinematográfica de Bilbao (ECCBI), con el objetivo de prepararse para dar el salto a la dirección, porque lo que tiene claro es que este proyecto tan personal quiere contarlo no ante las cámaras, sino desde el otro lado.

"He dirigido teatro y algunos capítulos de una webserie. También he realizado alguna asistencia en algún cortometraje, pero antes de nada, yo me siento actor", enfatiza. No obstante, ahora que quiere rodar su primera película, a pesar de su experiencia, quiere recibir formación académica "integral" para "estar integrado en todas las áreas", explica. Cuando termine los dos años de interpretación le gustaría estudiar uno más centrado sólo en dirección.

Otra de sus premisas es rodar su película en Euskadi. "Originariamente lo escribí como una historia local, pero cuando llegué aquí me di cuenta de la universalidad que alcanza el cine y este tema concretamente y ahí se me encendió el 'chip' de que realmente podía grabarlo en cualquier sitio, así que me gustaría rodar aquí, con actores de aquí, pero escribí la historia con terminología argentina y primero tengo que adaptarla a como hablan vos acá", señala.

Y aunque se trata de un proyecto muy personal, advierte que a la hora de inspirarse ha tenido muy en mente una de sus películas favoritas, 'La mala educación', de Pedro Almodóvar, un director al que admira desde que era pequeño. "Para quien no la haya visto se trata de una película en la que se refleja el problema de la pederastia en la Iglesia y por el tema que trata y cómo lo hace es una referencia para mí", indica.

Recién finalizado con éxito su primer curso, este actor argentino se encuentra feliz de haber venido a Bilbao. "En la escuela no dejas de aprender y es una formación muy humana, donde apoyan mucho lo que cada uno quiere hacer", destaca. Con material a su disposición y asesoramiento en la búsqueda de localizaciones, ha dirigido ya sus primeros cortometrajes en Euskadi, lo que le ha permitido conocer lugares tan emblemáticos como los restos del fuerte de Punta Lucero, en Zierbena. "También he protagonizado un corto en el que he hecho de caníbal. Un personaje con el que me salgo de mi perfil cómico y con el que he disfrutado mucho, porque ha sido un auténtico reto para mí", reconoce. Además, ha hecho ya sus primeras amistades. "He conocido a un compañero de interpretación, Nikola Zalduegi, y, a Ane Beaskoetxea, estudiante de guión, con quienes planeo crear una pequeña productora independiente bajo el nombre de Supituki Films". Una palabra más, 'supituki', que se apunta a su listado de palabras en euskera.