Muriel Spark, Doris Lessing, Ingrid Bergman, Mercè Rodoreda, Maria Montessori, Gala Dalí, Joni Mitchell y también Anna Karenina, Nora Helmer y la Carol de Patricia Highsmith tienen en común haberse separado de sus hijos. De todas ellas, seguro, alguien dijo: “¡Qué clase de madre...!”. Porque, ¿qué clase de madre abandona a su hijo? La frase, como recalca Begoña Gómez Urzaiz, tiene algo de bíblico y podría haberla pronunciado casi cualquiera en cualquier momento de la historia. “También ahora, cuando nos replanteamos todos los matices políticos de la maternidad. Estamos programados para entender y perdonar que una mujer se separe de sus hijos por pura supervivencia material, pero una vez subimos un par de peldaños en la escala de necesidades la cosa se vuelve moralmente más brumosa”, reconoce la escritora y periodista, que debuta en el formato largo con este libro personal, deslumbrante y revelador. 

PERSONAL

Nacimiento: Tarragona, 1980.

Formación: Periodista y escritora residente en Barcelona. 

Trayectoria: Colabora habitualmente con El País, La Vanguardia, RTVE y Radio Primavera Sound, y ha escrito en cabeceras como Vogue, Vanity Fair y Dazed & Confused. Da clase en el Máster en Periodismo Literario de la Universitat Autónoma de Barcelona. Ha editado y prologado el libro de ensayos Neorrancios: Sobre los peligros de la nostalgia (Península, 2022). Las abandonadoras (Ed. Destino) es su primer libro en formato largo.

Debuta en el formato largo con Las abandonadoras, un libro personal y revelador de mujeres que dejaron a sus hijos. ¿Por qué se decidió por este tema?

Porque me di cuenta de que con los artículos que pensaba preparar sobre el asunto se me iba a quedar corta la historia y necesitaba darle más espacio. También tuve claro que el tema había sido una obsesión mía durante mucho tiempo, una obsesión de la que no me había dado cuenta. A partir de ahí empecé a tocar otros temas relacionados con la maternidad, pero el de las madres que, por circunstancias de la vida, dejaron atrás a sus hijos era el más importante. 

¿Cómo eligió a las mujeres que entraban y las que no en Las abandonadoras?

Todos eran nombres con los cuales me gustaba pasar un tiempo. Las seleccionadas pienso que cubren un campo amplio de circunstancias que te pueden llevar a separarte de un hijo.

Muchas de las mujeres que cita en su libro abandonaron a sus hijos por simple necesidad.

En realidad, las razones por las que hacemos las cosas siempre son múltiples. Utilizo a propósito un término tan duro como abandonadoras. La idea que busco con ello es darle la vuelta a esa palabra, porque ellas hicieron lo que muchos hombres han hecho y siguen haciendo a lo largo de la historia: no ser las principales cuidadoras de sus hijos. Abandonadoras fue el epíteto que recibieron muchas veces por hacer lo mismo que ellos, los hombres, a los cuales no se les juzgaba.

¿Al ser mujeres excepcionales el tema de su maternidad fue soslayado para hablar de sus méritos, que fueron extraordinarios también?

La historia siempre la han escrito los hombres. En el caso de las mujeres que cito en el libro, al ser extraordinarias, han hablado de ellas por razones ajenas a su maternidad. A muchas se les hizo el favor bibliográfico de tratarlas como a hombres y el tema de su maternidad casi no se trata en sus biografías, porque ellas no desearon ser tratadas como madres. No es un tema del que ellas quisieran hablar en primera persona. En su época era comprensible porque eso las rebajaba y las colocaba en el ámbito doméstico. Ahora sí estamos preparados para tratar estos temas y también sobre las paternidades. 

¿Por qué se ha tardado tanto tiempo en hablar de las malas madres?

Porque el mandato social y la presión por la maternidad canónica son enormes, y se ve constantemente cuando se pone de nuevo a debate el tema del aborto. No solo se arrastra todo ese espectro ancestral, sino que se ha ido renovando tal y como explico en el capítulo de las momfluencers

¿La maternidad sigue estando muy mitificada?

Totalmente, incluso ahora que tenemos mucha presencia del relato contrario y se rescata todo lo duro de la maternidad. La maternidad se construye con materiales incómodos que no nos permiten movernos en ella con mucha facilidad. La idea de la maternidad, tal y como está concebida hoy, es una casa mal construida.

¿Se continúa estigmatizando a las mujeres que no quieren ser madres?

Sí, y tienen que estar preparadas para dar una explicación rápida y lista de por qué no tienen hijos. Para muchas personas es como si fuera un mandato biológico, como si hubiéramos nacido exclusivamente para tenerlos.

Sin embargo, muchas mujeres renuncian a ellos por su carrera profesional, por falta de medios...

Mucha gente no tiene el número de hijos que quisiera, o incluso no los tiene, y aquí intervienen la conciliación y el dinero contante y sonante. Porque vemos el caso de familias muy numerosas donde los dos progenitores están muy ocupados y pagan a alguien para que cuide de ellos.

¿No se habla con suficiente crudeza de la relación dinero-familia?

Se trata de refilón cuando es evidente esa relación. Cuando alguien te dice que va a tener su tercer hijo enseguida te das cuenta de que no tiene hipoteca, recibe muchas ayudas familiares, es de buena posición... Una pareja con todas esas cargas, por mucho que trabajen los dos, ¿cómo van a tenerlos?

¿Todos los hijos se merecen el amor de las madres? ¿Las madres tienen que perdonarlo todo?

Estos debates también están presentes en el libro. Algunas de las mujeres que cito tuvieron malas relaciones con sus hijos. Es muy triste, pero hay que preguntarse cómo llegaron hasta ahí. Puede ser que tu hijo no solo te maltrate física y psicológicamente, sino que sea una presencia nociva en tu vida. Esa idea de que por los hijos hay que soportar cualquier cosa se puso socialmente en tela de juicio el pasado año, cuando se inició la docuserie de Rocío Carrasco. Una parte de la sociedad española, todavía con una base católica muy importante, vivió una sacudida grande al saber que la hija maltrataba a la madre. Y vivió la sacudida en un foro muy curioso, en el prime time de Telecinco. Allí, frente a todo el mundo, conoció lo que hacía esa hija a su madre. Y entendió por qué esta mujer, a la que también durante años se la había acusado de abandonadora, se había alejado de esa hija que la estaba dañando. Es importante ver también lo que pasa en el centro mismo de la cultura popular.

¿A los hombres abandonadores no se les culpabiliza socialmente?

Las mujeres seguimos penalizadas porque se espera de nosotras que seamos las principales cuidadoras y que nunca nos alejemos ni nos pongamos al lado. Para la mayoría de las personas no es una tragedia de gran magnitud que un hombre abandone a la familia, pero sí lo es cuando una madre abandona a sus hijos. La construcción social de la madre abnegada, de la madre que renuncia, como es una idea tan popular que funciona en todo el espectro político y todas las culturas, es muy fértil y siempre encuentra manera de renovarse.

¿Qué le gustaría despertar con su libro en los lectores?

Curiosidad y que la gente disfrute leyendo y conociendo la historia de estas mujeres. Mucha gente me ha dicho que tras ojear Las abadonadoras ha comenzado a leer a estas autoras porque les ha picado la curiosidad. Esto para mí es un gran elogio. Es una satisfacción plena conseguir que hayas llevado a tus lectores a leer más.