Jon Narváez López de Aberasturi vio un anuncio en el periódico sobre unos cursos de Setem Hego Haizea y le picó la curiosidad. “Venía del mundo de las humanidades y me faltaba formación sobre cooperación internacional. Tenía buenas referencias de Setem y sabía que sus cursos eran realmente buenos en ese ámbito”, recuerda. Durante 10 fines de semana, Jon completó el programa formativo de la ONG vasca. Aunque se le quedó la “espinita clavada” de no poder viajar a países donde Setem desarrolla sus proyectos de cooperación, empezó a colaborar como voluntario en el comité de comunicación. En 2015 surgió una vacante y desde entonces trabaja como técnico de comunicación en la sede de la entidad en la calle San Vicente de Paul de Gasteiz. Setem Hego Haizea nació a principios de los años 90 gracias al impulso de Iñaki Arriola, por aquel entonces director del colegio de los Escolapios en la capital alavesa. En los inicios, Arriola viajaba a Chile y se implicó en la mejora de las condiciones de vida de las comunidades mapuches, sobre todo, mediante proyectos educativos. En los últimos años, además de ampliar su radio de acción y multiplicar sus actividades por un mundo mejor, han apostado por incorporar el feminismo como eje de su discurso, especialmente en el ámbito del comercio justo. “Sin igualdad de género no habrá desarrollo sostenible posible. Las mujeres y las niñas son las que sufren de manera más directa el impacto de las crisis climáticas, económicas y sociales”, aseguran desde la ONG.
¿Queda algo de la ONG que surgió de la mano de los escolapios?
-Setem nace en 1991 con la vocación de que en Euskadi la gente se sensibilizase con el pueblo mapuche, dando a conocer una realidad injusta. Hace tiempo que no tenemos ningún vínculo con los escolapios. Tampoco continuamos en Chile, aunque sí que tenemos presencia en otros países latinoamericanos. Lo que se mantiene vivo es el espíritu de una persona adelantada a su tiempo como Iñaki Arriola, cuya visión de la cooperación consistía en conectar realidades injustas, denunciarlas y transformar a las personas de su alrededor. Y creo que eso es precisamente lo que distingue a Setem: el cuestionamiento continuo de lo que hacemos. Hacernos preguntas.
“Somos personas que queremos cambiar el mundo”. ¿No es una afirmación un poco naíf viendo lo revuelto que está todo?
-Una persona que tiene cierta sensibilidad social y ética debe encontrar una voz que interpele su conciencia. No podemos permitirnos caer en la depresión ni en la desesperanza. Somos una organización vasca de cooperación comprometida con promover cambios posibles hacia modelos de producción y consumo más sostenibles, responsables y justos. Para ello, contamos con diferentes herramientas o caminos como la cooperación al desarrollo; denunciamos situaciones; impulsamos la sensibilización mediante un proyecto de transformación llamado Factoría de valores; y llevamos a cabo acciones concretas en fechas clave, como el Black Friday o el aniversario del derrumbe del Rana Plaza (de Bangladesh), el mayor desastre humanitario en la historia de la industria textil.
¿Inditex es el enemigo?
-El modelo de la industria textil rápida se basa en producir, usar y tirar. Un sistema que busca llenar nuestros armarios al menor precio posible, aunque ese precio lo paguen otras personas con sueldos de miseria o la destrucción del medio ambiente. Inditex es una de las grandes compañías que representan estas prácticas, pero hay unas cuantas más. El enemigo viene también desde muchos otros sectores, como la banca o la industria alimentaria, donde tratan de sacar el mayor beneficio económico posible a costa de no respetar los derechos humanos ni el medio ambiente. Es un fenómeno global que está muy extendido. Nosotros trabajamos para informar a la ciudadanía sobre estas realidades y, sobre todo, para proponer alternativas.
¿Cuál sería la medida más efectiva para garantizar que las miles de mujeres que trabajan explotadas en la industria textil en Blangladesh puedan tener unas condiciones laborales dignas?
-En Blangladesh, más del 80% de personas que trabajan en la industria textil son mujeres. Desde Campaña Ropa Limpia (una red internacional para mejorar las condiciones de los trabajadores del sector de la confección) las acompañamos en sus luchas laborales. Cuando se violan los derechos humanos, nuestro objetivo es dar a conocer las empresas responsables y que sus nombres queden manchados. A menudo estas empresas se desvinculan de sus responsabilidades, alegando que la producción se realiza en talleres subcontratados que no dependen directamente de ellas. Pero lo que dicen los principios rectores de la ONU son claros: las empresas deben hacerse cargo de toda la cadena del suministro, y eso es lo que está fallando.
"En Blangladesh, más del 80% de personas que trabajan en la industria textil son mujeres"
Se calcula que en el Estado el gasto medio anual por habitante en productos de comercio justo es de solo 3 euros frente a los 20 del promedio europeo. ¿Qué está pasando?
-Las ventas están creciendo poco a poco, pero es cierto que la cantidad de dinero que se destina a estos productos en el Estado es bastante más bajo en comparación con otros lugares. En los países de nuestro entorno, los productos de comercio justo están bastante más presentes en las grandes superficies.
¿Aquí las grandes cadenas de supermercados deberían hacer una apuesta por el comercio justo?
-No hay unanimidad sobre este tema. Nuestra postura es que el comercio justo debe implicar también una serie de criterios relacionados con la cadena de suministro: acortar los circuitos comerciales, reducir los intermediarios y, sobre todo, cuestionar quién se queda con el beneficio de estas ventas. Teniendo esto en cuenta, la visión general de Setem es que el comercio justo debería distribuirse únicamente a través del pequeño comercio, y no en los supermercados. Somos conscientes, por supuesto, de que estos últimos controlan una parte muy significativa del mercado alimentario. Pero si el comercio justo quiere ser coherente y regirse por principios éticos también deben aplicarse en el punto de venta.
¿El greenwashing es una mentira verde para ganar dinero?
-Es solo publicidad. Una campaña publicitaria más. Hemos llegado a ver anuncios de grandes marcas textiles que promocionan como sostenible una línea de productos que representa menos del 0,1 % de su facturación, y la presentan como si fuera la norma. No te cuentan en qué condiciones se hace el restante 99,9% de la producción. Obviamente, es un lavado verde y una forma de rentabilizar su maquinaria económica. La paradoja más increíble de este tema ha sido la reciente demanda de Iberdrola a Repsol por greenwashing. Me parece un caso superllamativo: dos de las empresas más contaminantes de España denunciándose por lavado verde.
¿Qué ha sido lo más valioso de la visita que realizaron a Ecuador en julio?
-Viajamos en el marco de un proyecto llamado Comunidad de aprendizaje, un intercambio técnico y de conocimientos entre organizaciones locales en torno a la agroecología, con el objetivo de transformar la forma en que producimos nuestros alimentos. Este proceso conlleva también cambiar el mundo rural y el modelo de sociedad en el que vivimos. Primero fueron ellos quienes estuvieron en la Llanada Alavesa, y ahora nos ha tocado a nosotros ir allí.