El pasado 16 de octubre se presentó el informe elaborado por 14 investigadoras e investigadores vinculados a la historia y la memoria de las repercusiones de la violencia fascista durante el pasado siglo.
Profesionales y activistas que trabajan en el ámbito internacional (Austria, Chile, Argentina) y en el Estado español (Gernika, Barcelona, Madrid, Granada, Galicia, Navarra) han elaborado una “PROPUESTA” sobre los posibles contenidos que podría tener el futuro centro de interpretación de memoria democrática y antifascismo en el Monumento a los Caídos. Entre ellos, dos miembros de nuestro colectivo, Caídos Irauli, que lo hacen a título particular.
Propuesta que merece la pena estudiar, conocer y, por supuesto, discrepar. Siempre partiendo del reconocimiento y respeto por un trabajo serio y de calidad que pretende aportar ideas en una situación ciertamente conflictiva en la sociedad navarra, en torno a un edificio que suscita controversia y sobre todo que plantea un debate sobre qué hacer con un monumento ominoso. Discusión que trasciende el ámbito local y que posee una proyección a escala internacional.
Situación de enconamiento que se resiente de la carencia de un debate tranquilo y ponderado entre las diferentes posturas existentes sobre el futuro del edificio. Por una parte los partidarios del derribo -que tienen toda legitimidad en la defensa de su postura-, y, por otra, el Ayuntamiento que sigue el acuerdo político a tres bandas de noviembre de 2024. Polarización que dificulta la visualización de otras alternativas como la de Caídos Irauli en la que propugnamos una intervención radical en el monumento que cambie su sentido para convertirlo en un referente antifascista.
El tratamiento de la propuesta elaborada por la Comisión de personas expertas, puede ser una buena ocasión para encauzar una discusión que, siendo real y necesaria, precisa de un tratamiento de búsqueda de consensos y de espacios comunes. De situar lo que nos une -que es mucho- y tratar las discrepancias existentes -rebajando, algunas veces, el tono-, en una dinámica positiva cuya presencia resulta aconsejable en toda discusión social.
Sobre todo cuando el desencuentro se produce entre elementos que comparten el mismo espacio político (antifascismo), mientras quienes representan la continuidad del espíritu golpista y represivo, se encuentran en una cómoda situación, expectante ante la trifulca de la que, de momento, están excluidos.
Con esta voluntad positiva y de aportar elementos que contribuyan a avanzar, pergeñamos estas líneas conteniendo una primera y somera valoración de la propuesta presentada.
Reseñamos la consideración que el documento hace de Pamplona-Iruña como “ciudad con memoria”. Y de la relevancia al poder contar con un centro de interpretación antifascista que sería único en el Estado español. Un centro que estaría coordinado con otros espacios de memoria de la ciudad, con la posibilidad de crear diversos itinerarios de la memoria.
Desde este punto de vista, nuestra ciudad podría convertirse en un referente a nivel mundial de denuncia del fascismo, con la importancia que puede tener esta consideración, no solo en el tratamiento critico de la violencia ejercida en el pasado, sino en relación con las amenazas existentes en el presente.
Nos parece interesante la vinculación que se hace de posibles actividades educativas en el nuevo centro con el programa de “Escuelas con Memoria” del Instituto Navarro de la Memoria, que aglutina todas las actividades y proyectos que en materia de memoria se están o se pueden realizar en centros educativos.
Señalar la importancia de la inclusión en el documento de diversas miradas a la iconografía del monumento, como son la visión de la violencia colonial (el “despojo racista” que se agudiza en nuestro tiempo); la presencia de la violencia inherente al patriarcado contra las mujeres (de no menos actualidad); y la siempre permanente violencia militarista y de las guerras.
Por otra parte, encontramos carencias y cuestiones con las que discrepamos. Sobre todo en las innecesarias (por extemporáneas) intervenciones arquitectónicas que se plantean en relación con el ocultamiento de la cúpula y sus pinturas, las arquerías, la cripta, la terraza…
Entendemos que son imposiciones del “acuerdo político” que, como señalamos en la introducción de nuestro libro “Ni derribo ni resignificación. El monumento a los Caídos como herramienta contra los fascismos”, nos parecen apresuradas. Estas actuaciones arquitectónicas impuestas -entre la demolición parcial y el ocultamiento-, carecen de coherencia interna y condicionan seriamente las posibilidades de los proyectos arquitectónicos.
Seguimos teniendo dudas sobre la autonomía en la gestión del centro que garantice su continuidad y permanencia respecto a posibles cambios de gobiernos municipales.
Caídos Irauli se posiciona por levantar una propuesta que busque la transformación física y simbólica del edificio, como una oportunidad para trabajar sobre una fuente primaria (arqueológica) de lo que fue el fascismo, que señala directamente a los perpetradores. Dándole la vuelta a los valores bajo los que se edificó. Creando un espacio para asentar la convivencia, el respeto a los derechos humanos y la reflexión crítica del pasado.
Ha pasado tanto tiempo desde lo que fueron crímenes contra la humanidad, sin que durante este largo intervalo se haya conseguido la Verdad, Justicia y Reparación por todos los crímenes del franquismo, que la memoria colectiva está perdiendo referencias fundamentales sobre ese ominoso y traumático pasado, lo que está propiciando el resurgir de movimientos totalitarios y fascistas.
La intervención radicalmente antifascista en ese edificio puede ser la oportunidad para conjugar el derecho de las victimas a la verdad, la justicia y la reparación, con el derecho de la sociedad en general, y sobre todo las generaciones que no conocieron la dictadura, a una memoria como instrumento para armarnos de criterios éticos y políticos que nos sirvan para posicionarnos en el presente y hacer frente a las nuevas amenazas fascistas.
Y esto no se puede conseguir sin una autentica participación ciudadana (en el fondo está el derecho a la ciudad). Sin un debate social abierto que busque la confluencia y, si es posible, el consenso. Sin la participación de las asociaciones memorialistas y en general de la sociedad, en un ejercicio reflexivo y de discusión ciudadana necesario que incluya las discrepancias y que busque fórmulas inclusivas.
Hay mucho camino por andar. Muchas cuestiones por aclarar y por trabajar. Lo que está claro es que el actual clima de enfrentamiento y de desencuentro tan profundo existente, no ayuda en absoluto a transitar por una misma senda. La memoria es por definición, conflictiva, pero el conflicto no debe ocultarse, debe resolverse, como proponemos en Caídos Irauli, con reflexión, libertad, diálogo y compromiso.
Colectivo Caídos Irauli