En la antesala de un nuevo año, España vuelve a conmemorar el Día Internacional de las Personas con Discapacidad recordando que, pese a los avances logrados, todavía queda un amplio camino por recorrer para garantizar que la igualdad y la inclusión sean una realidad tangible. Las entidades que trabajamos junto a las personas con discapacidad intelectual vemos cada día cómo la defensa de sus derechos continúa siendo una tarea urgente y colectiva, especialmente en un contexto europeo que afronta tensiones sociales y riesgos de retroceso en materia de bienestar y cohesión.
La experiencia acumulada durante décadas demuestra que Europa y España han sabido impulsar transformaciones profundas en favor de la diversidad humana. Sin embargo, también observamos señales de alerta: desigualdades que persisten, barreras que permanecen y obstáculos que frenan la participación real de miles de personas.
Por ello, este 3 de diciembre reivindicamos una Europa y un país que garanticen educación inclusiva, empleo y vivienda accesible, accesibilidad universal y apoyos personalizados para que cada persona pueda ejercer plenamente sus derechos y formar parte, sin excepciones, de su comunidad.
Educación inclusiva: el primer paso hacia la igualdad. La escuela es el espacio donde se construye ciudadanía, y por eso resulta imprescindible que el sistema educativo sea plenamente inclusivo. Las personas con discapacidad intelectual deben poder aprender en entornos que respeten su ritmo, sus capacidades y sus proyectos de vida, con apoyos adecuados, metodologías accesibles y actitudes que permitan una participación real en las aulas ordinarias.
Empleo inclusivo en empresas y administraciones: un compromiso inaplazable. La inclusión laboral no puede ser una promesa, sino una práctica consistente. Las empresas ordinarias y la Administración Pública deben abrir sus puertas de manera decidida mediante políticas activas de empleo, estrategias de formación accesible y medidas de apoyo que permitan la contratación estable y de calidad.
El trabajo es una de las vías más potentes de autonomía, y sigue siendo una asignatura pendiente para las personas con discapacidad intelectual, que continúan enfrentándose a tasas de desempleo muy superiores a las del resto de la población.
Apoyos personalizados: cada persona es única. Garantizar derechos no es solo legislar: es ofrecer los apoyos individualizados y centrados en la persona que permitan elegir dónde vivir, cómo estudiar, qué trabajo desempeñar o de qué modo participar en la comunidad. La autonomía no es un privilegio, es un derecho, y exige recursos flexibles que respeten los intereses de cada persona.
Accesibilidad universal: la condición que lo hace posible. Sin accesibilidad, el resto de derechos queda limitado. Es necesario eliminar barreras físicas, cognitivas, comunicativas y digitales en todos los entornos públicos y privados. No se trata únicamente de adaptar espacios; se trata de diseñarlos desde el principio pensando en todas las personas. La accesibilidad universal es la puerta de entrada a la participación social, cultural, laboral y política.
Participación real en la comunidad: pertenencia y presencia. Las personas con discapacidad intelectual no reclaman solo ser escuchadas: reclaman estar, decidir, contribuir. Su participación debe ser efectiva en todos los espacios comunitarios, desde los procesos de toma de decisiones hasta la vida cultural, deportiva y social. La inclusión no es integración ni asistencialismo; es pertenencia plena.
Un llamamiento claro para el futuro. En este 3 de diciembre, pedimos a las instituciones, a las empresas, a los medios de comunicación y a la ciudadanía un compromiso renovado con los derechos humanos y con una sociedad que no deje a nadie atrás. España y Europa deben reforzar políticas que garanticen igualdad de oportunidades, accesibilidad universal y un modelo social que ponga a la persona en el centro.
La discapacidad intelectual no es un límite, sino una expresión más de la diversidad que nos enriquece como sociedad. Una democracia sólida se mide por su capacidad para garantizar que todas las personas puedan desarrollar su proyecto de vida con autonomía, respeto y oportunidades reales. Ese es el compromiso que guía nuestro trabajo y el camino al que, con determinación, las personas con discapacidad no van a renunciar.
La autora es directora de Incluye Sociedad Cooperativa de Iniciativa Social