Síguenos en redes sociales:

Chandrío democrático

rECORDANDO aquel precioso libro de relatos, cuentos y vivencias Pamplona se hunde y otros chandríos, de Patxi Larrainzar, las andanzas peregrinas de la elite judicial ultraconservadora atrincherada en el Tribunal Constitucional para cepillarse definitivamente el Estatut de Catalunya ofrecen un argumento tremendo para entrelazar una de aquellas historias irónicas y tristes que describían el fin de los sueños y la llegada de los nubarrones del desencanto. El sector más ultra de los jueces conservadores ha rechazado otros tres borradores del ponente conservador Guillermo Jiménez, que se suman a las cinco propuestas de resolución, presentadas por el sector progresista, tumbadas en estos casi cuatro años de infumable deriva. El Estatut, un texto avalado por el 90% del Parlament, refrendado por los catalanes y aprobado en el Congreso y el Senado -eso sí, tras un profundo cepillado político que devaluó los objetivos del autogobierno catalán-, ha mostrado el alcance de la apuesta uniformadora y centralista de un modelo de Estado que niega la realidad plurinacional y ha evidenciado la instrumentalización partidista de las instituciones y las ansias de protagonismo político y mediático de algunos de los magistrados. No se hunde Catalunya, se hunde un Tribunal Constitucional cuyos miembros no son capaces siquiera de cumplir la Constitución en lo que les afecta directamente: cuatro jueces tienen el mandato vencido desde diciembre de 2007, pero eluden la dignidad de la renuncia. Se desprestigian ellos mismos cuando protagonizan este chandrío democrático mientras se fuman un puro en La Maestranza.