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Sorteo marrón

Cuidado con lo que deseas porque se puede convertir en realidad. Jamás me ha tocado nada. Tiene su lógica, ya que apenas compro boletos para nada. Como mucho, alguno de la Tómbola de Cáritas, que, paradójicamente, no suele ser nada caritativa conmigo. En Sarasate nunca me toca nada, ni siquiera el típico boleto de sorteo coche. A mí me salen boletos tipo sorteo lata de macedonia de verduras. Por eso más de una vez he comentado que me gustaría saber qué se siente cuando te toca algo en un sorteo. Y, al final, mi deseo se ha hecho realidad: he resultado agraciado en una rifa del Ayuntamiento de Pamplona. Me ha tocado ser vocal de mesa electoral. Concretamente, soy la o, de ostia qué palo, que fue lo primero que exclamé al enterarme de la noticia. Estando obligado a pegarme todo el día de hoy currando en el colegio electoral, la manida expresión fiesta de la democracia se ha tornado para mí más sarcástica que nunca. Espero que al menos después de comer quede tiempo para una siesta de la democracia. Es que ayer estuve botando hasta tarde. Botando en el Sadar con b de bote que no con v de voto, aunque aquello también fuese una expresión de la voluntad popular. El partido empezó a las diez de la noche. Vaya horas. Huele raro que el horario del fútbol coincida con el prime time de las acampadas del 15-M. Como dice el amigo Patxi, lo mismo alargan la Liga, con un play off especial a base de ocho clásicos del siglo Madrid-Barça consecutivos, todos a las diez de la noche, con rueda de prensa posterior de Mourinho, obligado a esnifar speed antes de comparecer ante los periodistas, para que se le suelte más la lengua, si cabe, y se meta con Busquets, Guardiola, los sugus de piña y la Virgen de Montserrat. O lo mismo improvisan una Eurocopa, o un Mundial, o algo, para poder llenar Twitter de #acampadacolon, #sibanderas, #spanishselection y demás. El caso es que ayer estuve hasta las tantas retransmitiendo el partido para Euskalerria Irratia y hoy había que estar en el colegio electoral para las ocho de la mañana. Por no hablar de que hoy me tocaba colaborar en varios medios a cuenta de las elecciones y no voy a poder hacerlo. O de que puedo ser un anarquista convencido que no quiere participar en las elecciones ni por activa, ni por pasiva, ni por perifrástica, y a ver por qué narices voy a tener que hacerlo. Sobre todo sabiendo que entre los 47.000 personas paradas de Navarra hay muchas que harían el trabajo de buena gana, y a quienes el dinero que pagan les vendría mejor que a mí.