Si no conocen el precioso valle de Goñi, quizá estén ante los últimos días para disfrutar de este singular enclave navarro antes de que su fisonomía y su carácter rural cambien irremediablemente por la implantación de un polígono eólico. Situado al norte de Tierra Estella, entre las sierras de Andía y Sarbil, este valle ha podido conservar hasta ahora la esencia rural de sus pueblos, su paisaje y su modo de vida.
Pese a haber sufrido los estragos de la despoblación, todavía hay familias que se afanan cada día por vivir de la agricultura y la ganadería extensiva, actividades a las que se añadió hace ya unos años el turismo rural, atraído precisamente por esa mezcla mágica de ingredientes formada por su paisaje, sus pueblos de grandes casonas de piedra cuidadas con esmero y la tranquilidad que se respira: todo un bálsamo contra el estrés del urbanita. Esta esencia rural del valle de Goñi se va a ver alterada de un modo radical, si nadie lo impide, por la instalación de un polígono eólico a poco más de 1.000 metros del pueblo de Azanza. El impacto de los enormes aerogeneradores y de su instalación (desmontes, apertura de pistas, inmensas planchas de hormigón, vertidos...) sobre la flora, la fauna, los acuíferos y el paisaje va a ser brutal. Pero no menos importantes van a ser las afecciones sobre las actividades y la calidad de vida de sus habitantes y también de quienes disfrutan de este valle como visitantes asiduos u ocasionales. Y el polígono de Azanza será sólo el principio, porque esta primera instalación dejará las puertas abiertas a otras intervenciones en los pueblos de alrededor.
El daño podrá extenderse por toda la falda meridional de Urbasa y Andía, vista la voracidad colonizadora de las empresas eólicas, que no respeta ni los rincones más recónditos y singulares de Navarra. Vecinas y vecinos de estas zonas deseamos de todo corazón que prevalezca el sentido común, porque creemos que un proyecto de este tipo distorsionará la esencia rural del pueblo y del valle y empeorará sin duda el modo de vida y el bienestar de habitantes y visitantes. La ciudadanía navarra merece poder disfrutar de valles auténticamente rurales en todo su esplendor y belleza, como lo que es hoy el valle de Goñi.