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'No hay que gastar lo que no se tiene'

TODOS nuestros representantes técnicos dejan entrever que la solución al problema económico estriba en mantener todos los servicios, seguir mejorando la calidad de vida, en definitiva, propiciar el bienestar demandado por los ciudadanos.

Pero no nos explican cuáles han sido las razones para dedicarnos tanto tiempo a construir en la especulación, que no da estabilidad, pero sí reporta, a unos pocos, grandes dividendos.

No hace falta ser un experto para deducir que en la administración: de una empresa, de un ayuntamiento o de cualquier hogar, los ingresos deben superar a los gastos. Por un lado conseguiremos ahorrar suficientemente como para acometer imprevistos sin mayores problemas; por otro lado daremos estabilidad económica. Dicho esto, no por menos, hay que dejar de pensar en la idea de invertir en nuevos proyectos, aunque solo sea para mantener a flote lo que ya tenemos; como dice el refrán, renovarse o morir.

En una crisis económica, y además como la que nos está cayendo, corremos a recortar lo que consideramos prescindible; pasamos de acudir al trabajo en coche a ir en moto, aunque de todos es sabido que el invierno, además de largo, sobre todo es muy frío; y precisamente es eso lo que no nos importa, pasar frío. Pero claro, de lo que no podemos prescindir es de salir todos los fines de semana: a cenar, a ver una película y a lo que se tercie. Y nuestros técnicos, que son muy inteligentes, imitan a sus conciudadanos; ante una crisis, lo primero es recortar servicios básicos para no privarnos de lo superfluo, que es lo que más nos motiva. Quitaremos un poco de la sanidad, ya que este invierno parece que traerá menos gripe que años pasados; quitaremos de la educación, ya que como no hay mucho trabajo no necesitamos formación; nos quitaremos de invertir, ya que la demanda en el mercado es muy baja. Pero de lo que no podemos quitarnos es de viajes, de dietas extras, de gastos de protocolos y de un sinfín de cuestiones que dan vida a nuestra razón de ser para mantener la autoestima suficientemente alta; y como nuestros técnicos consideran que no están tan estimados, pues claro, hay que autoestimarse; vamos, que como no te estimes tú mismo, no esperes que los demás lo hagan; y en esencia, de ahí debe derivar el comportamiento de nuestros técnicos; quizá porque llevan tanto tiempo dedicados a los menesteres de la administración de nuestros intereses que se han olvidado que viven de las personas que han olvidado, y solo nos recuerdan cada vez que se cumple el año bisiesto.

Vidal Erdozain López