Sinfonía de paz inacabada
VARIAS han sido las partituras que se han escrito sobre la paz en estos casi 50 años. Casi todas han quedado inconclusas, por falta de acordes, por no afinar lo suficiente, por ausencia de un director idóneo, por componer la melodía con ritmo nacional y no hacerla extensiva al resto del mundo, internacionalizarla.
Muchos y muy variados han sido los músicos que han poseído un instrumento en esta orquesta, muchos nos han abandonado a la fuerza por el ruido descompasado de timbales y tambores, otros no disponen ya de la fuerza y el oxígeno suficiente para llevar a cabo esta composición musical.
La orquesta está preparada, el director no sabemos quién es, pensemos por un momento que es la sociedad quien dirige, quien lleva la batuta. El atril está preparado, la orquesta dispuesta:
Ahí tenemos los imprescindibles violines en toda orquesta, el PNV, con su trabajo pausado, acompasado, serio y coherente con los acordes que los tiempos van marcando.
También están las violas, violonchelos y contrabajos, el PP y PSE que a cada nota y compás marcan su ritmo lento y sincopado, tratando de aglutinar la acústica de todos los instrumentos de la orquesta.
Justo detrás, solo él, el flautín, el partido de UP y D, debiéramos de llamarle txirula, pero quizás no estuviese de acuerdo y por eso interviene en algunas ocasiones tratando de sobresalir y llamar la atención con su reiterativo sonido.
Más destacados son los músicos de viento clarinetes, trompetas y fagots, Aralar, Eusko Alkartasuna e Izquierda Unida que ponen su toque personal en cada movimiento musical.
Ya tenemos la orquesta, los músicos distribuidos ocupando los asientos, la dirección, la sociedad ha tomado la batuta, marcan los primeros compases y tambores y timbales. La Izquierda Abertzale anuncia el inicio de una nueva era, la música resulta pegadiza, aunque a todos y todas no nos suene igual, pronto, con el tiempo se nos hará pegadiza la melodía y será nuestro himno de la reconciliación.
Nosotros, los vascos y vascas, que somos muy dados a la cultura y al folklore y que nuestras raíces y señas de identidad se prolongan allá en los tiempos con el ruido de la txalaparta, alboka y trikitixa, queremos que de una vez por todas esta melodía internacional, con los instrumentos que sean, llegue a todas los gentes y puedan festejar con nosotros y nosotras la consecución de la paz y la reconciliación.
Nunca deberemos olvidar y guardar en nuestra memoria a todos y todas que nos han precedido y se han quedado en el camino, sean del signo que sean, pues es su sangre derramada la que debe impregnar y empapar las partituras de esta nueva melodía que nos dirige inequívocamente hacia la reconciliación.
Gracias a todos y todas por habernos enseñado el camino aunque haya sido a costa de vuestros sacrificios e incluso de vuestra vida, pero sé que en este momento estaríais orgullosos de ver que nada ha sido en balde y que esta música os acompañará siempre.
Apuesto a que sería un reto que la propia Orquesta de Euskadi compusiese una sinfonía o melodía sobre la paz que todos y todas pudiésemos escuchar en democracia y en libertad.
Juan Carlos Audikana Hueda