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Renta Básica: ¿falta dinero o falta competencia?

MUCHO se ha escrito y hablado en estos últimos meses sobre la Renta Básica, ahora llamada Renta de Inclusión Social, como si con el cambio de nombre fueran a mejorar las cosas. Según noticia de este diario, ya tenemos el primer indignado público y, claro, ahora tendrá que cargar con cuanto calificativo salga de los circunspectos parlamentarios, que ni sienten ni padecen en relación a este tema. Para no ser hipócrita, y porque cada día siento menos temor de llamar a las cosas por su nombre, diré que ya era hora y que espero que la indignación siga creciendo, porque esta situación no tiene ninguna justificación creíble. No es tiempo de mojarse, es tiempo de empaparse con este asunto. En cualquier caso, el calificativo de maleducado tendrá menor connotación que otros de los que ciertas personas no se avergüenzan.

¿Qué no hay dinero? Sí, sí hay dinero ¡mucho dinero! Lo que no hay es pericia, aptitud e idoneidad para solucionar este problema. Dicho con una única palabra, no hay competencia. Pregunto, ¿qué sucedería si cada uno de los agentes implicados en este asunto dejara de percibir su salario mensual durante cinco meses? No hay que romperse la cabeza para contestar. Estariáis en plena calle pegando patadas y chillidos de indignación y, encima, reclamando el apoyo de quien ahora consideráis la chusma.

Pero lo más indigno de todas las justificaciones que se han dado es pretender presentar a los perceptores de Renta Básica como vagos y parásitos sociales. ¿Vagos por no tener trabajo y parásitos por vivir de renta social? Vuelvo a preguntar, ¿qué calificativo tendrían los cargos asignados a dedo que, encima de tan forzada suerte, no cumplen con sus responsabilidades y, para mal de males, cobran sobresueldos por ello?

Pienso, y en ello me mantendré, que detrás de toda esta demora hay ciertos intereses. Al fin y al cabo, la pobreza no es dejadez de los pueblos, sino estrategia de sus gobernantes. Para nadie es un secreto que algunas personas tienen que buscarse la vida mientras llega el ingreso de la renta básica, repito ¡buscarse la vida!, y ésta es la oportunidad de algunos para pagar una miseria por determinados trabajos. Sois responsables únicos y directos de todas las salidas a las que recurren las personas desesperadas mientras llega la renta, y conocéis perfectamente el nombre de cada una de esas salidas. Me parece hipócrita, a la máxima expresión, toda vuestra verborrea sobre la familia y su bienestar. Quiero recordaros que muchas están teniendo una alimentación de posguerra, con un plato de comida al día, que de las cinco frutas diarias que recomiendan en la dieta mediterránea no se come ni una, que la luminosa Navidad pasó de largo por muchas puertas, que algunos no tienen dinero ni para el bonobús, que no se puede salir de casa en las vacaciones escolares porque no se puede pagar ni el cine, que el estrés sicológico-emocional se ha adueñado de familias enteras. ¿Os suena lejano todo esto? Pues lo tenéis en vuestras narices, solo se necesita olfatear.

Pienso que estáis acomodados a sabiendas de que esta sociedad está educada en la apariencia y la continencia. Pienso además que constituye una bajeza buscar culpables entre los inocentes y enfrentar a los ignorantes. El dinero para solucionar este asunto y para pagar en tiempo y forma está en algún lugar, solo que mal empleado. Se trata de elaborar una lista de cosas de las que se puede prescindir, y otra de lo que urge, tal y como hacen cada mes las familias que pacientemente esperan porque vuestra sapiencia deje de hacer novillos.

Marisel Sánchez