"EL informe dice lo que dice, y no parece que diga nada como para detener la externalización de las cocinas hospitalarias". En estos términos, a mitad de camino entre Pero Grullo y Groucho Marx, se pronunciaba hace unos días el secretario de UPN, Carlos García Adanero, sobre el informe emitido por la Cámara de Comptos al respecto.
Cada vez es más habitual en nuestros políticos el uso de frases como esta, cuya característica principal es precisamente la de haber hablado sin haber dicho nada, con lo que la dialéctica política, que en su día llegó incluso a calificarse de arte, está pasando a convertirse en un ejercicio de majadería para consumo de necios. Espero, por su bien y por el de sus clientes, que si un día el señor García Adanero tiene que ejercer profesionalmente su titulación, la abogacía, utilice para defenderlos argumentos de mayor sustancia que la susodicha frase.
El informe dice lo que dice. Efectivamente. Y solo le faltó añadir que no dice lo que no dice. Pero para eso ya estaba la consejera de Salud, Marta Vera, que en comparecencia parlamentaria argumentó que "el informe de la Cámara de Comptos no recomienda que paralicemos la externalización y, por lo tanto, no la vamos a detener". Pues no, pero sí. Porque si el informe diría que son las 23 horas, aunque no dijera que es de noche, implícitamente lo estaría diciendo. Y la Cámara de Comptos ha sido muy clara: no queda demostrado que el supuesto ahorro venga por privatizar la cocina en vez de utilizar personal propio. O sea, que no está justificada la privatización. Y, en consecuencia, lo que el órgano fiscalizador hace es incidir en la necesidad de realizar un análisis y valoración de las alternativas de producción con medios propios.
A este respecto llaman poderosamente la atención las alegaciones presentadas por el gerente del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea, Ángel Sanz Barea, alegadas también por la consejera, en cuanto a que dicho análisis de las diferentes alternativas de producción, según ellos, ya se ha habría hecho aunque no se haya incluido en los diferentes informes del SNS-O. Es una tomadura de pelo. Que cargos de esta responsabilidad ante un tema de tanta relevancia se permitan alegar semejante frivolidad, asusta.
Yo no sé si a los hijos de la señora Vera o a los del señor Sanz en el colegio les basta con decir que han hecho los deberes para que les aprueben una asignatura, porque a los de los demás no les vale, les exigen presentar y demostrar que han hecho la tarea. Por eso, y como no podía ser de otra forma, la propia Cámara de Comptos contesta a la consejera y al gerente diciendo que tales alegaciones no alteran sus conclusiones. Por lógica, al Servicio Navarro de Salud, a la señora Vera y al señor Sanz les debiera haber faltado el tiempo para presentar ese estudio. Con más razón si es que no mienten, y como dicen ya está hecho. Pues no solo no lo han presentado, sino que siguen adelante con sus planes.
Es del todo surrealista y vergonzante para quien pretenda un mínimo de seriedad que el Gobierno de Navarra, ante un informe del órgano fiscalizador, actúe obviando lo que en él se dice y basándose precisamente en lo que no se dice. No hay derecho a que se rían de una institución como es la Cámara de Comptos, y de los ciudadanos, con tanta desvergüenza. Las declaraciones de Marta Vera en su comparecencia respecto a que no iban a parar sus planes por favorecer a unos trabajadores evitando así consecuencias que pagarían hasta nuestros nietos son hirientes, más aún viniendo de la consejera de un partido cuyo Gobierno durante los pasados años lleva despilfarrando en circuitos y pabellones que salen de nuestros bolsillos. Ya sabemos señora consejera que por favorecer a los trabajadores, usted nada de nada. Otra cosa es ya si se trata de favorecer al empresario. Ahí sí, lo que sea menester. Aunque lo paguen hasta nuestros tataranietos. Porque la pasta, la pasta de verdad, no se la llevan los trabajadores, se la lleva el empresario. Y sí, el informe dice lo que dice.
Carmen Pueyo
Secretaria general de la Federación de Sanidad de CCOO de Navarra