EL Tren de Alta Velocidad (TAV) es cada día un insulto mayor a la sociedad en su conjunto. A medida que la crisis arrecia, los recortes se disparan y merman los derechos sociales, laborales y democráticos, el TAV en Navarra sigue avanzando llevándose para este año unos 140 millones de euros. Esta cifra es superior a todo el presupuesto destinado a la Universidad Pública de Navarra (UPNA), Renta Básica, euskera, salud laboral e Instituto de la Mujer. Pero además a día de hoy la línea proyectada tiene un recorrido entre Castejón y Pamplona, ya que la conexión con Zaragoza y la llamada Y vasca está sin definir y no existe ningún tipo de financiación.

¿Para qué necesitamos ese tren? En un estudio publicado a finales del pasado año por profesores de la Universidad del País Vasco sobre la rentabilidad social del proyecto de alta velocidad en Navarra, se desvela que todas las líneas de alta velocidad en el Estado español son deficitarias; además de los desproporcionados gastos de construcción, se requieren continuas inversiones de dinero público. Supone una enorme desviación de recursos para una minoría de la población, aquella con mayor poder adquisitivo. En Navarra, además no se ha realizado ningún estudio fiable e independiente sobre su rentabilidad socioeconómica, ni ha habido ningún tipo de participación pública, concluyendo que el TAV en la Comunidad Foral responde principalmente a motivaciones políticas.

El Gobierno pretende imponer una infraestructura que, además de generar la destrucción del territorio, profundiza en un modelo de transporte suicida y elitista, al mismo tiempo que se lleva consigo gran parte del dinero público, rehuyendo el debate, la participación y criminalizando además la oposición al TAV.

El TAV lo devora todo, no solo la naturaleza sino también los bienes, recursos y presupuestos públicos, los pueblos, el entorno rural, la vida social y la necesaria pausa para el debate y la reflexión; es decir, el TAV no solamente agrede a la tierra, sino que además provoca más crisis, más recortes sociales, más corrupción, imposición, uniformización cultural y aumento de las desigualdades sociales. No en vano, paralelamente al avance de las obras y de los daños causados, la crisis económica -pero también energética y social- se agrava, poniendo de manifiesto el carácter antisocial de esta infraestructura. En definitiva, el TAV es mucho más que un tren, es el exponente de un modelo económico insaciable y de una forma de entender el mundo y las relaciones sociales sometidas a un capitalismo feroz.

Por todo esto y porque cada día es más insultante esta barbarie ecológica, económica y social llamamos a participar en la manifestación ruidosa convocada por AHT Gelditu! Elkarlana el 21 de abril a las 18 horas en la plaza del Castillo en Iruñea.

Ester Montero González

En nombre de Ekologistak Martxan