Síguenos en redes sociales:

A mi madre, con admiración

Mamá, como bien decías meses atrás, tú veías que no ibas a llegar a cumplir tus 88 años y así ha sido.

Hoy, 20 de julio, es tu cumpleaños, y como no puedo regalarte algo material, te dedico esta carta de amor de hija y unas flores. Esta entrega de hija que nada se asemeja al amor que tenías con todos y por todo. Una madre extraordinaria, sencilla, humilde y una gran teóloga.

Conociste al que iba a ser el amor de tu vida, tardó pero os dio tiempo a todo. ¡Eso sí que fue una bendición del cielo!, formar una familia, disfrutar de ser esposa, madre, abuela y bisabuela.

Siempre decías que hay que tener fe, ponerte en brazos de Dios, ya que para Él no hay nada imposible.

Llegó la hora de marchar de papá, y tú, mirando lo positivo y dando gracias a Dios por esos casi 47 años de vida juntos. Decías que parte de papá se iba, pero que la más grande y bonita se quedaba contigo para siempre.

En la trayectoria de tu vida te tocaron varias enfermedades, algunas duras, y siempre pedías paciencia. Hasta para eso fuiste la mejor paciente, y siempre estabas con la sonrisa puesta y tu palabra favorita: gracias. Fuiste donante de sangre durante muchos años y era curioso, ya que por poco, 2 pequeños golpes de sangre y te hubiesen dado la medalla de Oro; pero claro, esas operaciones de cadera no te permitieron donar más, y tú, como para todo, no te importaba la medalla, sino que no podías donar más sangre al banco.

No sabías nada más que dar amor, dentro y fuera de casa. Disfrutabas del día a día de las cosas más simples y nada tenías para ti. Lo tuyo era de todos.

Ya a primeros de año tú notabas que esto se acercaba y me hablabas con mucha paz. Tú veías que nos teníamos que ir preparando para separarnos de esta manera. Que te llegaba la hora de preparar tu maleta diferente para un viaje sin retorno, y que al pasar la aduana de la vida, esté repleta no de ropa ni de tonterías sin valor, sino de obras por las que no tengas que avergonzarte y puedas presentarlas, con las manos limpias, ante el que nos tiene que juzgar.

Mamá, sé que ahora he dejado de ser niña y me doy cuenta que soy mayor y que te sigo necesitando. Que has sido mi mejor teóloga. Que tus principios y valores que eran tan simples y tan admirables me ayuden en el día a día de mi vida.

Ahora estoy experimentando que la dependiente era y soy yo, no tú.

Mamá, tú me enseñaste que aunque te vayas para volver a reunirte con papá (tu esposo), ahora y siempre seguirás estando con todos nosotros. Todos te decían lo bien que te cuidábamos y tú, muy salada, contestabas: "¡Porque me lo merezco!".

Prepáranos tan bonito hogar en el cielo.

Simplemente... va por vosotros, y en el nombre de mi madre, Josefina, y en el mío propio, agradecer a DIARIO DE NOTICIAS por su atención.