eL estreno de la presidenta Barcina en el Debate sobre la Comunidad no aportó nada nuevo. Al contrario, el discurso de Barcina, tan largo como monótono y propagandístico, evidenció la irrealidad en la que habita el actual Gabinete de UPN, cada vez más alejado de la Navarra real e incluso de su propio partido. Un mundo oficialista, minorizado y burocrático que poco o nada tiene que ver con la realidad en la que viven cada vez más navarros y navarras en plena crisis social y económica. Barcina cumplió el guión habitual quitándose de encima la responsabilidad de ofrecer respuestas y alternativas a las necesidades prioritarias de la sociedad navarra con una mera suma de los tópicos ideológicos esencialistas propios de la derecha navarra más conservadora y unos anuncios de acción de gobierno inconcretos y en muchos casos alejados de todo posibilismo. El discurso y las réplicas de Barcina, siempre situadas a la defensiva y en la incorrección, no sólo evitó cualquier referencia autocrítica a las consecuencias económicas, fiscales y presupuestarias de años de una gestión despilfarradora y clientelar de UPN con los recursos públicos, sino que incidió en mantener una apuesta de gobierno por asuntos como Guenduláin, Donapea o Salesianos, de más que dudoso interés general, y evitó cualquier referencia a derroches aún pendientes para las Cuentas de Navarra como un TAV sin trazado coherente ni inversiones aseguradas, el Pabellón Reyno Arena, el Museo de los Sanfermines, el Circuito de los Arcos, un peaje en sombra para autovías o regadíos sin un claro futuro industrial, etcétera. Como si esa pésima gestión de los recursos públicos tras décadas de UPN en el poder no estuviera derivando ahora en una pérdida de calidad y de prestaciones en servicios públicos básicos. Barcina sólo evidenció su situación de minoría exigiendo un pacto sumiso a los grupos de la oposición imposible -como le recordaron todos en sus respuestas-, mientras su Gobierno sobreviva escondido en una política imaginaria cada vez más alejada de la realidad en que cada día amanecen más familias, trabajadores y trabajadoras, empleados públicos, autónomos, comerciantes y pequeñas y medianas empresas. Y el anuncio del cierre de las instalaciones de Ultracongelados Marcilla mientras Barcina describía una Navarra irreal es el mejor ejemplo de su desconexión política con el hartazgo social y político creciente de su propia sociedad.