LOS adultos tenemos la palabra. Vivimos tiempos frenéticos y no da tiempo a pensar mucho; pero hoy os proponemos parar, echar el freno y mirar un poco a nuestro alrededor. Y también hacia adentro.
Nosotros, hoy adultos, crecimos celebrándolo todo con alcohol, la droga más aceptada socialmente junto con el tabaco, pero no tuvimos pantallas ni Whatsapp. Sin embargo las hemos incorporado rápidamente a nuestras vidas, hemos aceptado las cosas buenas que nos ha traído la tecnología. De la misma manera podemos introducir pequeños cambios en nuestros hábitos cotidianos y desechar actitudes de las que no es como para estar orgullosos.
Nos explicamos: ese aire de normalidad que tiene todo lo relacionado con el alcohol. Con adolescentes nuestra permisividad es su ruina. No colaboremos, no favorezcamos, no pensemos que no pasa nada... Controlar y parar el consumo de alcohol en adolescentes es nuestra responsabilidad.
Algunos adolescentes beben en atracón, hasta quedar inconscientes. "Chaval, si no recuerdas que desfasas es que desfasas demasiado". Creemos que la mayoría llegarán a controlar y no ser alcohólicos, pero estamos preocupados. Vemos en fiestas ambulancias que van toda la noche arriba y abajo, y chicos y chicas con vasos de colores con bonitos anagramas para recaudar fondos y chavalitas con camisetas donde pone: "Si quieres que te haga caso lléname el vaso".
Nosotros, los adultos, algo tendremos que decir. Habrá que pararse a pensar en lo que sería lo más adecuado. Y como la educación de los menores es tarea de toda la tribu, algo tendrá que decir también la hostelería, los bares, las txoznas y otros organismos populares. Se puede trabajar y ganar dinero sirviendo alcohol a partir de 18 años, nos cuestionamos la ética del que sirve alcohol a menores y quien contribuye a aumentar el consumo perjudicial incluso en mayores.
Y la Policía algo tendrá que decir en su función de servicio público y de control de la calle cuando uno de 18 años compra bebida para uno de 14, y los comercios algo tendrán que pensar. A la Administración le toca dar ejemplo: si ponen el pan y el vino para los calderetes, también tendrá que ofrecer naranjada o una degustación de bebidas sin alcohol. Los padres y madres también podemos enseñar con nuestro comportamiento a disfrutar de una forma saludable.
Todas y todos estamos implicados y podemos hacer pequeños cambios que con el tiempo podrán ser grandes, porque sobre todo es un cambio de perspectiva. Ya tendrán tiempo de beber, todavía su cerebro está formándose, hay capacidades cognitivas que todavía tienen que desarrollarse.
"El cerebro no es un vaso que hay que llenar, es una lámpara que hay que encender". Si el alcohol les quita la vergüenza igual es que no había nada que quitar, o igual es que no era vergüenza.
Y con las bebidas de alta graduación: peligro en menores. Muchos jóvenes no saben mezclarlas. Cuanto más no es mejor. Sumando consumos no siempre se suma buen rollo. Si los menores no tienen autocontrol, habrá que ayudarles a controlarse.
¡Salud familias!
Yolanda Unanua
Educadora social, en nombre del Equipo de Prevención Comunitaria Infancia y Familia de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Burlada