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Los correos de Blesa

Con todo lo que ha llovido ya y lo que aún está por caer en el ámbito de la corrupción en España, creo que el caso de los correos de Blesa, el ex presidente de Caja Madrid, se hará finalmente con la primera posición en esa interminable sucesión de escándalos que asuelan a la política a y las instituciones del Estado. Sus contenidos son difícilmente superables a la hora de reflejar las máximas cotas de indignidad política y saqueo de dinero público y de los ciudadanos. Amiguismo, enchufismo, apaños vergonzosos, tráfico de influencia, fondo de reptiles para la compra de medios de comunicación, información privilegiada, falsedades de todo tipo y alcance, derroche desenfrenado de millones de euros y un largo etcétera de tropelías aparecen relatadas en su máxima crudeza. Un patético sainete en que aparecen como protagonistas, secundarios o figurantes importantes cargos pasados y actuales del PP, el partido que sostiene el Gobierno de Rajoy. Desde el expresidente Aznar y su familia al actual ministro Gallardón. Empresarios, sindicalistas, testaferros, especuladores... participan en una trama de delincuencia de guante blanco. Y pese a todas las pruebas documentadas y publicadas ya, la Fiscalía Anticorrupción no considera los correos un aprueba de delito, sino que apunta a un delito por la filtración de los mismos a los medios de comunicación. Y el tribunal Superior de Justicia de Madrid dictamina que esos correos no pueden ser utilizados como prueba o documentación en un proceso judicial. A mi eso me tiene estos días descolocado del todo. Anticorrupción no persigue los delitos de corrupción, sino a los jueces que persiguen a los corruptos. Es realmente extraño y contradictorio. En todo caso, la fundamentación jurídica puede invalidar el uso judicial de los correos de Blesa, pero no invalida su contenido. Los mensajes intercambiados con relevantes personajes son los que son y dicen lo que dicen. Su contenido no se puede borrar ni obviar, y la opinión pública ya los conoce. El caso de Caja Madrid evidencia qué ocurrió alrededor de la quiebra y desaparición de numerosas cajas de ahorro lastradas por los salchuchos de una pésima gestión política. Eso sí, a los implicados les queda la esperanza de que la cobertura judicial les evite la condena y la cárcel. Por ahí pululan varios de ellos reclamando indultos y reducciones de penas o esperando que el simple paso del tiempo prescriba sus presuntos delitos. Entonces aparecen sonrientes en televisión, con los dedos formando el signo de la victoria. Están contentos y satisfechos no porque no hayan cometido los delitos y éstos se hayan conocido, sino porque la prescripción o el indulto casi siempre le libra de la condena y deja su currículo tan limpio como para poder llegar a ministros de un Gobierno autoritario, reaccionario, extremista y acosado por la corrupción como éste del PP. ¿O se ha olvidado ya que la Guardia Civil estuvo más de 14 horas en su sede de Génova recabando documentación por orden judicial sin que el presidente Rajoy ni otro de sus dirigentes haya dado una explicación mínima a la sociedad?