Fernando, no nos has dado tiempo a digerir la noticia de tu fallecimiento, todavía estamos en shock, por ello de manera abrupta y lleno de tristeza me llegan recuerdos de toda una vida. Recuerdos de cuando nos conocimos durante el MIR en la entonces residencia Virgen del Camino, donde ya se empezaba a vislumbrar esa forma tranquila de ser, llena de sentido común, que te acompañó durante toda la vida. Recuerdos de tu época de traumatólogo, en la que disfrutabas con tu profesión, destacando tu habilidad quirúrgica y tu exquisita relación con los pacientes.

Pero mis recuerdos más intensos son los de tu época en la gestión sanitaria, dirigiendo primero la clínica Ubarmin, posteriormente el Hospital Virgen del Camino y, por último, el Complejo Hospitalario de Navarra, donde destacaba tu capacidad de diálogo y de llegar a acuerdos, haciendo fácil lo que a los demás nos parecía difícil, sin ningún afán de protagonismo, solamente preocupándote de que los proyectos salieran adelante y que la sanidad navarra se desarrollara y continuara estando a la vanguardia.

Muchas gracias Fernando por haber trabajado conmigo codo con codo todos estos años y, principalmente, por haber sido mi amigo.

No sabes cómo te vamos a echar en falta en la próxima comida.

Hasta siempre compañero.