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La UPNA, ante el nuevo periodo político

La nueva correlación de fuerzas en el campus y en el Parlamento generan un escenario propicio para la reparación de una deuda histórica con la sociedad navarra en forma de investigación y formación pública en el ámbito sanitario

El relevo en el rectorado de la UPNA entre Julio Lafuente y Alfonso Carlosena que se escenificó el pasado viernes marca un nuevo ciclo en la Universidad Pública de Navarra. Es un cambio dentro del cambio, que no había podido darse desde su origen. Ningún equipo rectoral hasta ahora había visto cómo uno de sus vicerrectores se convirtiera en rector, y mucho menos con un 70% de apoyo del campus. Este doble hecho garantiza por un lado el apuntalamiento de las fortalezas de un centro que ha tenido que acertar con las prioridades en tiempos de duros recortes presupuestarios, manteniéndose firme en los principios y líneas básicas, sobre todo en defensa del derecho a la educación superior para todos y todas sin exclusiones ni elitismos. Esta es la meritoria herencia de Julio Lafuente que Carlosena recoge y a la que seguro, fiel a su estilo, aportará valor añadido con una impronta y perfil propio, aunque ambos rectores tienen en común un sincero y coherente ejercicio de la autonomía universitaria como eje de su trayectoria, algo que ha sido y puede resultar clave. El escenario económico, normativo y político que tanto ha complicado la gestión del periodo anterior, en el que Carlosena se ha curtido como vicerrector, parece por fin abrirse y aclararse. Por eso es el momento de que la Universidad Pública de Navarra, consolidada ya como un centro de convivencia plural y de prestigio académico, dé ese salto adelante que el nuevo rector dejaba entrever en su discurso de toma de posesión. Su triple apuesta por el compromiso con la sociedad como motor de desarrollo, la importancia de la investigación, como garantía de futuro y la vocación de servicio público como razón de ser abocan -entre otras cuestiones- a plantear un tema crucial para la Comunidad Foral como es aportar formación e investigación pública a un sistema sanitario que ha salido muy tocado del periodo de gobiernos forales de derechas. La facultad de Medicina será una de las piedras de toque para medir la profundidad del cambio, tanto en el campus como en el Parlamento y Gobierno de Navarra. Se dan todas las mimbres y coyunturas adecuadas para una apuesta de riesgo pero de justicia histórica y gran demanda social. En definitiva para cambiar también la Historia.