Gordofobia y autoestima

admitámoslo sin eufemismos: las personas gordas están discriminadas, mucho más las mujeres. Simbolizan el estigma todas las marcas sin tallas grandes en sus tiendas, una afrenta que se ha tornado en clamor en las redes sociales y que acabará necesariamente en un boicot a las firmas que no tratan al cliente por igual, más allá de sus medidas. Una presión a los operadores textiles que no debe concernir sólo a las gentes voluminosas, siquiera por el trauma que se inflige a las adolescentes vetadas sin contemplaciones en ciertos probadores de postín. Bien entendido que concienciar en pro de una moda sin distingos resulta compatible con la sensibilización en aras a un estilo de vida saludable, con dieta equilibrada más ejercicio regular, desde la premisa de que la obesidad constituye un problema de salud individual y pública. Por encima de prejuicios y estereotipos, la clave radica en aprender a quererse, a sacarse partido en lo físico pero sobremanera en lo intelectual y en lo emocional en atención a la atracción que suscita el personal rebosante de agudeza, empatía y sentido del humor. Para ello mejor reforzar la autoestima de nuestros menores remarcando también virtudes y aciertos desde el fomento de una cultura de superación y del disfrute consciente del ocio, los nutrientes del positivismo realista.