Estos días pasados de Navidad me traen recuerdos de mi vida, ya larga, y la canción Ator Ator Mutil etxera concentra mis ensoñaciones, porque mi padre la cantó en cada Gabon de su exilio que no terminó, murió en Caracas, y sus ultima palabras fueron esas? etxera. Resumían su deseo del finalizar un periplo atlántico, a diferencia del de Ulises no discurrió aunque sí comenzó por el Mediterráneo, marcado por la incertidumbre, el ahogo económico, la destemplanza que provocó la complaciente actitud de las democracias occidentales hacia Franco, quien les condenaba y perseguía sin humanismo, pasados años de la contienda, pese a su deslumbrante titulo de caudillo de Dios.
Discurriendo este frío enero, me sobreviene el recuerdo de la matanza de Atocha de 1977, el brutal asesinato de los abogados realizado por esbirros de ultraderecha, en aquel principio de andadura democrática. Se dictaron sentencias, pero a lo que sé, ni se cumplieron en totalidad, ni se les dispersó y algunos de los culpables pudieron escapar. Lo último que supe de Tejero, con su golpe de Estado de febrero de 1981 a cuestas, es que estaba en Roma de turista. Y se destapa la tragedia del Yak-42 y su gestión chapucera que intentó taparse con el ministro responsable como embajador en Londres. Doce años después, se designan responsabilidades. La selectiva justicia del Estado español se endurece con los presos de ETA, y no solo busca que cumplan íntegras las condenas, aún estando enfermos, sino que los mantiene dispersos en cárceles a lo ancho del Estado, lo cual supone un castigo añadido para sus familias, en la velada intención de que también son culpables.
Aborrezco la violencia como solución de los conflictos humanos, porque soy víctima de lo que supone. El exilio de mis padres fue aprendizaje arduo de lo que la intolerancia y la sinrazón producen en cada hombre y mujer afectados, y en cada paso de exilio que dieron tuvieron cuidado en enseñarme que más valía el perdón que el rencor. La amnistía que la venganza. Nunca se podía caer tan bajo como ellos. Los militares vencedores en la contienda civil que propiciaron con su alzamiento ejecutaron su mandato con crueldad manifiesta. Autoproclamados abanderados del Cristianismo, jamás se escuchó de ellos la palabra indulto. Ni reconciliación. Ni tan siquiera justicia. Ganada la guerra, tenían derecho a la represalia feroz y contundente que los mantenía en el poder, ignorantes por viles, de la frase del genial Picasso, a quien tenían exiliado, de que aunque la verdad fuera única, no podría exponerla ni en cien cuadros.
En Euskadi hemos sufrido mucho, por varias causas, a lo largo de estos 80 años pasados desde la Guerra Civil. Ha habido actitudes dolorosas y equivocadas, se ha actuado con terrorismo tanto desde el Estado como de ETA. Quienes mejor puedan encarnar esa fase sombría de nuestro reciente pasado son Edurne Brouard, hija del dirigente de HB asesinado por el GAL, y Rosa Rodero, viuda de Joseba Goikoetxea, ertzaina asesinado por ETA. Ambas mujeres, de admirable temple, encabezaron la convocatoria de esta manifestación de SARE en Bilbao, un éxito de afluencia, y resumen en sus personas y en su dolor de cuánto hemos padecido en este país de una parte y otra. Y la implacable actitud de un Estado que profundiza más en la venganza que en la equidad, reteniendo empecinadamente a los presos en su dispersión, contrariando su propia legislación.
SARE, una red ciudadana plural, en palabra de su portavoz, Joseba Azkarraga, defiende lo que la gran pancarta de la manifestación llevaba escrito en euskera y castellano: derechos humanos, resolución del conflicto y paz en Euskadi, objetivos que todos apoyamos, pues precisamente para que haya concordia verdadera y continuada, un andar hacia el futuro con el lastre del pasado, pero también con la confianza de que es posible resolver una de nuestros más graves y pendientes dificultades sociales y políticas, para atender a las que nos urgen como sociedad: mejorar la calidad de la enseñanza y sanidad, jubilación y cuidado de la tercera edad, protección de la infancia, promoción de empleo, fomento cultural y empresarial?, las 65.000 personas que desfilaron por las calles de Bilbao y las que no pudieron acudir en este gélido día de enero pero apoyaron, son exigentes en ello. Los presos deberían culminar sus condenas en casa, los enfermos ser liberados de la misma, para lograr una reinserción digna a la sociedad a la que pertenecen.
Günter Grass, escritor alemán, premio Nobel por haber dibujado la cara olvidada de la historia con vivas fábulas negras, aseguró que el deber de un ciudadano es mantener la boca abierta. Es decir, protestar ante lo que considera injusto. En este caso, SARE llamó a la conciencia ciudadana a manifestarse por un problema que es de todos pues a todos nos concierne, ya que forma parte de nuestro pasado, presente y futuro, que no podemos rechazar por el hecho de no haber estado de acuerdo, porque el principio de todo entendimiento comienza con el verbo y la acción civilizadora que nos empuja a la revisión y comprensión del conflicto y finalmente nos empuja a la reconciliación, que no es claudicación sino fórmula de convivencia.
La autora es bibliotecaria y escritora