Euskera, ‘ekin eta jarrai’
El Día Internacional del Euskera se celebra hoy como la fiesta de una transformación laboriosa que, además, conlleva la responsabilidad social de extender su uso a todos los ámbitos
Hemos asistido en los últimos años a una transformación permanente en el uso cotidiano del euskera. Ya es algo común escuchar en nuestras calles su sonido diario, discernir conversaciones, comprobar la proliferación de medios de comunicación en lengua vasca, así como su crecimiento en la industria cultural. Algo inimaginable cuando hace medio siglo la reflexión sobre el riesgo cierto de desaparición del euskera llevó a Euskaltzaindia a promover su estandarización. Un arduo trabajo el de los académicos y académicas que ayer recibió como distinción la Medalla de Oro que concede el Parlamento de Navarra, un reconocimiento público también a quienes hace cien años dieron el primer impulso a una institución que sigue haciendo de su lema fundacional, Ekin eta Jarrai (insistencia y continuidad), el argumento para sostener su trabajo. Euskaltzaindia siempre ha separado su labor de las etiquetas políticas porque, como reflexionaba ayer su presidente, Andrés Urrutia, “el euskera es el bien de un pueblo, un bien de todos que no puede ni debe ser instrumentalizado ni monopolizado por ningún partido, credo ni ideología”. En Navarra, los datos sociolingüísticos hablan de 80.000 vascoparlantes, a los que habría que sumar 60.000 pasivos (conocen en diferente grado el idioma pero lo usan menos). Mirando hacia atrás se ve cómo el primer bloque ha pasado de suponer 40.000 en 1991 a casi el doble actualmente y, como dato de futuro, es destacable saber que uno de cada cuatro de navarros de entre 16 y 24 años maneja el euskera con solvencia. Estos datos, traducidos en porcentajes, dan un 12,9% de euskaldunes activos, un 10,3% de pasivos y un 76,8% de personas que no tienen relación con esta lengua. Lejos de reforzar lo que es un bien cultural y una seña de identidad, los enrevesados intereses políticos enfocan sus fobias hacia el euskera. Ejemplos bien recientes tenemos en las decisiones adoptadas por Navarra Suma en el Ayuntamiento de Pamplona y en otros consistorios en los que disponen de mayoría absoluta. Pese a ello, el camino del euskera, entrado ya, contra muchos pronósticos, en el siglo XXI, va de la mano, de la voz, de la propia sociedad, de la capacidad para trasladar más allá, a cualquier ámbito y lugar, incluidos aquellos que presentan mayor dificultad por la polarización global hacia dos grandes idiomas, el formidable esfuerzo para hacer realidad lo que apenas era imaginable hace unos años.