ubo un tiempo en el que el plan tenía como destino ir de tiendas, era el entretenimiento de cualquier tarde de asueto en Pamplona. Una de las costumbres que los nuevos tiempos están dejando en el baúl de los recuerdos y no precisamente atribuibles al cambio climático (como casi todo lo malo), pero si a un cambio social. Decenas de locales del centro y de barrios cuelgan letreros de "en venta" o "se alquila" y cada día son más los comercios que bajan la persiana. Una pena que este flujo callejero se haya secado casi de repente y, una lástima también porque es la imagen de profundos cambios en los usos y costumbres. Una especie de revolución soterrada que nos está encerrando en casa. La llegada de un maxicontenedor al centro de la ciudad dio al traste con muchos de los pequeños comercios familiares, enfermó a más de un industrial de la plaza y contribuyó a que los locales de las inmediaciones subieran sus precios de alquiler o venta. La alcaldesa del momento aseguraba que sería motor del comercio y, la verdad, creo que con desatino porque muchas de estas bajeras hoy están sin uso y cada día se cierra una más. El comercio urbano es un elemento de dinamización y cohesión, además de fomento de la convivencia y de la seguridad callejera. El comercio dio origen al urbanismo. Estas virtudes han pasado a segundo plano.

La causa de los cierres no son solo los precios o la competencia desleal. Las nuevas vías de comunicación tienen también mucho que ver. ¿Para qué ir de tiendas, para qué incordiar al o la dependienta, para qué ir con la bolsa a cuestas, para qué...? si con un mensaje desde el sofá te traen todo a casa. Alucino con los millennials, esa generación de entre 16 y 40 años y más, clave para el marketing, que ha nacido con las TIC en la cabeza y está impulsando esos nuevos usos y costumbres. Me resisto a evolucionar hacia ahí, lo siento. Demasiado aburrido, demasiado individual, demasiado estar en casa. La calle es salud decían nuestros mayores, y lo comparto. Y al hilo de la salud, hoy no toca coronavirus porque ya opina todo el mundo. Solo una reflexión al sector: se trata de informar y de prevenir, no de asustar. Dice Carlos Artundo: "El peor virus no es el coronavirus, sino el virus del miedo" y pide no caer en el alarmismo ya que el sistema sanitario navarro está preparado.