stá comprobado -desconozco si científicamente- que a los niños y niñas se les pone la chaqueta cuando su madre tiene frío, como también que ayer mucho menor salió por empeño de los adultos. Estoy segura de que muchos txikis se hubieran vuelto a quedar en casa tan a gusto por la sencilla razón de que gracias al confinamiento están disfrutando de sus progenitores, a quienes en el día a día, hasta esta pandemia, veían con cuentagotas e incluso demasiado malhumorados-as al llegar a casa tras sus jornadas laborales. Pero pongamos por caso que ayer salieron contentos y contentas, que corrieron, que volvieron a montar en bici o patinete y que dieron unas patadas al balón sin los consabidos "cuidado con la lámpara", "como vuelvas a dar una patada te ganas un tortazo" o "deja ya de molestar con la pelota", como creo que decía Serrat, o el "cierra ese grifo"€.

Si salieron alegres y con ganas, mejor para ellas y para ellos, no hay nada como una infancia feliz y un pueblo o ciudad con sonidos infantiles. Pero las imágenes en plazas, calles y jardines rozaron el esperpento. Los y las txikis ni se acercaron a los columpios y seguro que no olvidaron que por ahí andaba el temido coronavirus, mientras sus acompañantes adultos se saltaron en demasiados casos a la torera las distancias recomendadas. Y así vamos mal. No hay que ser un lince para prever un repunte de nuevos contagios. Además, a partir del 2 de mayo, si el tema va bien, se va a poder salir a correr y hacer gimnasia, lo que provocará nuevo aluvión de gentes. Si no se hace con cierto orden, volveremos al principio y a este paso se nos van a ir al garete los planes para el 6 de julio porque, programa oficial ya sabemos que no hay, ni txupinazo, ni catarsis colectiva con el "si no tienes un duro" y el Riau-riau, ni la diana del 7, ni churros de la Mañueta ..., ni nada de eso, pero dudo que la fecha pase desapercibida en Iruña, como dudo que Josico se vaya a la playa como está venga amenazar desde el bajonazo.