El castrense y el autoritario, de acuerdo en una excepción insolidaria. El alcalde Maya suspendió las Fiestas de San Fermín de 2020. El arzobispo Pérez -su destino anterior fue de Arzobispo Castrense- mantiene la mayoría de los actos religiosos e invita a la Corporación Municipal a participar en ellos "a título personal". Una vulgar treta. ¿Sin sitios preferentes reservados y por la cola de la plebe? Función de Vísperas (día 6-19.30 horas), Misa del día 7 (12 horas) y función de la Octava (día 14-12 horas). Solo se cae del programa la procesión del día 7. Así que ni actos institucionales municipales, ni ciclo del toro, ni ferias comerciales.

De los aspectos nucleares de los actuales Sanfermines, se salva únicamente la mayoría de los actos religiosos. Si en Sanfermines la calle es el templo de la fiesta, este año la fiesta se encierra en el templo. Sin momentico destemplado en El Temple a la vuelta del templo. De la hostia consagrada a la mala hostia concentrada. El Cabildo Catedralicio y la parroquia de San Lorenzo, promotores reglamentarios de la idea, podrían haber aprovechado para retroceder en la historia: recuperación de las Vísperas del 5 de julio (había dos Funciones de Vísperas) y de la diaria misa cantada a San Fermín. Este viernes, el Ayuntamiento renovó el aplazado Voto de las Cinco Llagas, celebración instaurada en 1599 ante una epidemia de peste bubónica.

En un principio, el día de la Cruz de Mayo. Después, en Jueves Santo. La imagen de ese Voto figura en el reverso de las medallas de los concejales. Los corporativos asistentes, de paisano. Ni de gala ni en cuerpo de ciudad. El cambio de fecha infectó el protocolo. Presencia sin prestancia. La decisión correcta de un año Sinsanfermines no debe tener excepciones. La Iglesia está legitimada para hacer uso de su autonomía. Pero podría haber sido solidaria, uno de sus valores fundacionales. Y el Ayuntamiento, coherente con la suspensión. Mucho pedir.