Las sociedades modernas alardean de que la Edad Media sigue creciendo como un logro que contribuye a la felicidad de los ciudadanos. Sin duda que esa satisfacción es legítima y es producto del progreso de la ciencia, pero con el inconveniente de que en las sociedades desarrolladas se está llegando a límites insostenibles porque parece que se está rebasando la capacidad lógica de vida digna y se está creando un mundo de ancianos. El aspecto económico es decisivo, pues ese alargamiento de la vida se produce a base de medios técnicos y humanos con un costo que se va convirtiendo en insoportable para la colectividad. Ello exige una configuración de las ciudades y pueblos adaptadas a las necesidades de estos colectivos en perjuicio de los segmentos más jóvenes que son los que tienen que aportar los medios para mantenerlos y que crecen a un ritmo imparable. Además, los abuelos a esas edades ya no pueden ayudar a sus hijos y cuidar a los nietos. Decía un reputado demógrafo que la felicidad de los mayores es ficticia, pues los cuidados médicos les imponen controles permanentes, sustitución quirúrgica de los órganos que se deterioran y pérdida de capacidad intelectual y sensitiva para sentirse satisfechos en la situación de mantenimiento artificial de la vida, como resignados a vivir en condiciones fuera de los límites humanos, cuando la biología natural tiene asignada la esperanza lógica de la vida más allá de la cual se convierte en tortura cuando la mente les responde y que normalmente se transforma en pánico y en necesidad de atenciones psicológicas ante cualquier disfunción. No es desdeñable el efecto sobre sus familias que les tienen que cuidar, bien en sus domicilios o en residencias, que ahora el covid-19 muestra lo que dan de sí. Según el demógrafo hay que hacer una pedagogía de los límites de la vida y que rebasarlos genera inconvenientes y que se convertirán en insuperables para la raza humana. Afirmaba que seguramente esta situación, cuyos indicios se van evidenciando, puede ser el aviso del proceso del fin de la vida humana en la tierra y que sería misión de médicos y psicólogos ir mentalizando al género humano para que asuma el trance como un proceso biológico natural.