añana comienza a debatirse una moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez cuyo resultado está cantado -no tiene ninguna posibilidad de salir adelante- pero que sitúa al PP en el disparadero por el sentido de su voto, que Casado se niega a desvelar hasta el mismo jueves de la votación. El líder del PP intenta mantener la equidistancia entra Abascal y Sánchez en un difícil equilibrio. Si esto fuera Europa (en algunos aspectos aún nos queda mucho asimilar) no habría duda: funcionaría sin titubeos el cordón sanitario a la ultraderecha. Pero el PP está sembrando de dudas su decisión pese a que la moción es una oportunidad única para desmarcarse nítidamente de los ultras. No es una táctica para mantener la tensión hasta última hora, es una enorme duda que marcará la estrategia del PP en la legislatura y su devenir ante el empuje populista y simplista de un Vox sin complejos que quiere erosionar la base electoral de un PP dubitativo que se juega el llevar la voz cantante de la oposición y que hasta ahora se ha apoyado en la ultraderecha para gobernar Madrid, Andalucía y Murcia (y cuyos Ejecutivos podrían peligrar en el caso de cabreo de Vox ante la postura de Casado). Hasta ahora el PP ha mostrado más complicidad que desacuerdo con Vox y muchos barones presionan por la abstención como voto de castigo al Gobierno de izquierdas. Si opta por esta postura -tibia y de indudable tacticismo electoralista- dará carta de naturaleza a la ultraderecha, radicalizará aún más el debate político en tiempos de galopante pandemia y dejará desguarnecido su espacio centrista, indispensable para llegar a La Moncloa y objeto de deseo tras la debacle constante de Ciudadanos. Y sobre todo cruzará una línea roja que debilitará la democracia. Todo lo que no sea un rechazo frontal será servilismo y subordinación frente a la ultraderecha. El propio Casado declaraba ayer que no le importa “nada” la moción, pero es su responsabilidad que la ultraderecha tenga enfrente a todo el arco parlamentario en una censura tajante y sin medias tintas a las posturas fascistas y guerracivilistas que representa Vox.