esde que no se tomó en serio la muy seria propuesta de que los países occidentales votáramos en los comicios presidenciales de Estados Unidos -ya que nos va a gobernar a todos, qué menos que poder participar en su elección-, la cosa va de mal en peor.

En Cómo mueren las democracias, de 2018, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt presentaban su guía para saber cuándo cualquier democracia del mundo se está convirtiendo subrepticiamente en un régimen autoritario -spoiler: España suspende desde la dictadura en demasiados indicadores (todo atado y bien atado, etcétera)-, pero también hacían un detallado análisis de otro asunto clave que tiene muy preocupados a un gran número de estadounidenses: ¿por qué los mecanismos del bipartidismo, que conseguían hasta ahora apear de la carrera presidencial a los candidatos más extremistas, han fallado tan estrepitosamente con Trump? ¿Es una señal de que la estabilidad política de ese país ha llegado a su fin, por mil y una razones que no caben aquí? ¿O es una desesperada batalla de las Ardenas planteada por una parte de la población blanca que ve cómo (aunque sea poco a poco) va perdiendo sus privilegios?

Sea lo que sea, las preguntas que nos hacemos en el resto del mundo son otras como: ¿qué está pasando ahí? ¿Es el final del disparate Trump o es el inicio de una pesadilla? Y, en uno u otro caso, ¿puede ser contagioso? (y ya sabemos que por falta de voluntarios aquí no va a ser). ¿Adónde vas, EEUU? ¿Adónde nos llevas?

Cuando ocurren estas cosas, se echa de menos algún amigo estadounidense para tener mejor información y, si ha sido el caso, para poder preguntarle: "Y tú, ababol, ¿por qué has votado a Trump?". Porque lo han hecho 74 millones y no pueden ser todos neonazis (si hubiera tantos ya habrían implantado allí el Cuarto Reich).

Nunca he esperado gran cosa de Estados Unidos, pero al menos se suponía que daba ejemplo de democracia (interna, claro, que implantar dictaduras en el extranjero ha sido su política exterior habitual), y no el espectáculo casi diario al que hemos asistido en los cuatro últimos años, incluida la traca (nos tememos que no final) de la toma del Capitolio y la que quieren liar en la toma de posesión de Biden.

¿Qué está pasando? ¿Es el final del disparate Trump o es el inicio de una pesadilla? Y, en uno u otro caso, ¿puede ser contagioso?