l diagnóstico de una enfermedad grave es siempre un momento de impacto, primero para el paciente pero también para el resto de su familia y su entorno. Un trance difícil por el que casi todos y todas hemos pasado de manera directa o a través de un ser querido, y por el que siempre resulta doloroso transitar, sobre todo cuando sabes el final al que te enfrentas. Días que se quedan marcados en un calendario en el que el tiempo de pronto empieza a contar de otra manera, en el que cada día vale mucho más. Las enfermedades graves no avisan, llegan, y una vez que las conoces o las tienes cerca no admiten esperas, ni tiempos muertos, porque cada minuto, cada día, es mucho más que ese tiempo perdido cuando tratas de ganarle terreno, para recuperar vida, a un mal que avanza rápido si no lo frenas. El coronavirus nos ha cambiado la agenda y nos ha llenado los días con su nueva realidad, se ha impuesto por delante de otras muchas enfermedades que, aunque no se vean, siguen pasando. Sabemos a diario los positivos por covid, los ingresos, los muertos, las vacunas, las dosis, los test... Pero olvidamos que en ese mismo tiempo son diagnosticadas muchas otras enfermedades, que también causan ingresos y muertes y necesitan recursos, tratamientos y atención. Ayer era el Día Mundial contra el Cáncer y de nuevo los medios se llenaron de testimonios de personas que están pasando por ello, en un año especialmente difícil en el que las duras restricciones que impone la covid-19, también en la atención sanitaria, hacen más largo y oscuro ese camino que tanta luz necesita. Hay mucha angustia en una espera para un diagnóstico de cáncer, mucha incertidumbre en un retraso de una revisión, mucho dolor en un momento final, por eso hay que recuperar cuanto antes ese tiempo que no se le ha podido dedicar por la pandemia. El cáncer no es una lucha, ni una batalla, ni quienes se curan son héroes, ni ganadores, no creo que ese sea el lenguaje. Es una enfermedad que necesita recursos sanitarios y acompañamiento en muchos frentes. Y todo está siendo doblemente difícil en un año de pandemia en el que si para todos y todas es complicado, intentemos ponernos en la piel de las personas enfermas de cáncer para entender lo mucho que están teniendo que afrontar.

El cáncer no es una lucha, ni una batalla, ni quienes se curan son héroes, ni ganadores. Es una enfermedad que necesita recursos sanitarios y acompañamiento en muchos frentes