n poco de humor. La tilde fonética se la puso el presidente Sánchez. Así pronunció su apellido de forma reiterada desde la tribuna del Congreso. El error producía murmullos en las bancadas del hemiciclo, pero el presidente lo atribuiría al contenido de su discurso porque se aferró al signo ortográfico como si fuera el rabillo de una txapela. Sayás: una y otra vez. Dale que te pego. De 9 alusiones nominales, 8 erróneas y una acertada en un vídeo resumen de cinco minutos. El diputado navarro interpeló perplejo a su compañero Adanero: ¿Ha dicho Sayás?, pudo leerse en sus labios. También es mala suerte: el primer mandatario del país te regala unos minutos de gloria y pronuncia mal tu apellido. Como un envenenado regalo de Reyes. Sesión del 5 de enero de 2020. Bien es cierto que hizo de él alguien superlativo porque en el entorno de su patrocinadora Barcina era conocido como Sayitas. Con cariño protector, eso sí. El buen rato me lo proporcionó Youtube en su menú algorítmico de sugerencias. De forma inopinada. Era un fragmento de la última sesión de investidura. En su turno de intervención, Sayas había exacerbado el entusiasmo de la derecha -desde la aparentemente centrada hasta la extrema evidente-, al calificar de "acomplejada, sumisa y arrodillada" la actitud del PSOE ante Bildu. "Tragaderas" para contar con su apoyo en Navarra y en el Estado. En su réplica, Sánchez -con algún gesto displicente durante la intervención del diputado navarro- manipuló un dato cierto: UPN alcanzó el Gobierno de Navarra en 1991 (primera elección con el PPN disuelto en favor de los regionalistas) por el sentido del voto de HB. No por la vía del pacto, como trató de devolver la moneda entre noes de un dedo de Sayas, sino por el sistema de lista más votada ante falta de acuerdo alternativo. También está demostrado que UPN trató en algún momento de hacer migas presupuestarias con la izquierda abertzale. Las sayas no tapan la hemeroteca. Ni con tilde.