al vez me equivoque, pero estoy convencido de que en el PSOE, al menos en su núcleo duro, tienen una manera de llamar a eso que hacen. O quizás dos, una en serio y la otra en plan jocoso. Para ésta última tengo hasta propuestas: "Encender una vela a Dios y otra al diablo" o "Un pasito p'alante, PSOE, un pasito p'atrás" (otra opción habría sido "Una de arena y otra de cal", pero hay palabras tabú en esa casa).

El asunto en sí es una obviedad: esa costumbre compulsiva del PSOE de tomar una decisión de derechas tras una de izquierdas, y viceversa. ¿Que aprueba la eutanasia? Frenazo a limitar los precios del alquiler. ¿Que presenta unos presupuestos con récord de gasto social? Vale, pero la reforma laboral de Rajoy os la coméis con patatas. Y, así, un vaivén infinito, vendido con dos frases según toque: "Las medidas más progresistas del mundo mundial" o "Éste no es el momento".

Pero, claro, surge la duda: ¿esa política se debe a buscar el centro en plan media geométrica entre unas medidas y otras, o se trata de contentar a las dos grandes familias del PSOE? Porque tiene un espectro tan amplio que lo mismo caben los que ven bueno un pacto de gobierno con Podemos y nacionalistas que quienes han inventado el socialismo monárquico, católico y neoliberal (con querencia especial a las grandes eléctricas y respeto absoluto a la Iglesia, el Ejército y la banca), que ya es inventar.

Con el paso de los años, se han podido detectar unas pautas claras:

- Los progresistas redactan los programas electorales y los conservadores se centran en inventar motivos para no cumplir la mitad cuando se llega al gobierno.

- Los primeros tienen libertad en temas sociales -divorcio, aborto, matrimonio homosexual, feminismo, eutanasia-, que además de necesarios dan lustre, pero la economía se la quedan los segundos.

- A los progresistas se les da toda la bola posible en los medios, pero el bacalao lo cortan los otros, en la trastienda.

Y lo más curioso es que, como en este país se siguen ganando las elecciones en eso tan etéreo llamado centro, al PSOE no le va mal: para que pierda el poder tiene que pasarle algo muy gordo, sea la corrupción salvaje del felipismo o la crisis económica mundial (y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria de los titos Aznar y Rato) que le estalló en los morros a Zapatero. Pero el resto de veces, le basta con presentar su programa progresista para ganar. Y vuelta al baile p'alante y p'atrás.

El asunto en sí es una obviedad: esa costumbre compulsiva del PSOE de tomar una decisión de derechas tras una de izquierdas,

y viceversa.