a nueva oleada de violencia machista que se salda con seis asesinatos -entre ellos el de un menor- en apenas una semana ha coincidido con el fin de las restricciones de la movilidad. La derogación del estado de alarma ha provocada una peligrosa escalada de crímenes lo que exige una revisión urgente de los protocolos en vigor. Algo está fallando, al igual que ocurrió el año pasado al acabar el confinamiento. La presidenta de la Fundación Mujeres respaldaba ayer la decisión de la ministra de Igualdad de evaluar las medidas de protección que se están tomando. Apenas el 20% de las mujeres asesinadas este año por crímenes machistas había denunciado -2 de las seis últimas y solo una tenía una orden de protección en vigor- lo que demuestra la falta de confianza en el sistema. Los maltratadores, aseguran las expertas, se habrían aprovechado en el último año de las medidas sanitarias para "controlar de una manera mucho más exhaustiva a las víctimas", y dicen que es posible que el cambio de escenario haya incrementado el miedo del agresor a "perder el control" sobre sus víctimas y que el riesgo aumente para ellas, también para quienes estén tomando la decisión de separarse o divorciarse. Mujeres que han estado viviendo en situaciones de violencia sin posibilidad de pedir ayuda. Muchos juzgados están recibiendo un mayor número de denuncias en los últimos días y nuevas solicitudes de órdenes de protección. No es que esta crisis sanitaria, económica y social haya tenido efectos protectores sobre las mujeres. Eran mujeres que aguantaban y aguantaban. Mujeres presentes en las consultas sanitarias y no en los juzgados.